19 de abril de 2024

Benedicencia contra Maledicencia

Conchita Cabrera de Armida, madre de las Obras de la Cruz, nos habla en sus escritos sobre las virtudes y los vicios. Cuando lo leí, llamó mucho mi  atención la benedicencia, o bien decir, que es lo contrario a la maledicencia, o mal decir. En ocasiones, somos dados a juzgar, a criticar, a hablar mal de alguien, sin conocer sus circunstancias, su historia de vida, su contexto. 

El Papa Francisco nos aconseja: “antes de hablar mal de algún hermano, muérdete la lengua”. Si no tienes algo bueno que decir, es mejor permanecer en silencio.  

Vale la pena reflexionar y darme cuenta si con mi lengua siembro paz o siembro cizaña. Murmurar de los demás acaba con la confianza. Un comentario despectivo acaba, en un instante, con la buena fama de alguien. Nuestra lengua tiene el poder de maldecir o bendecir, yo soy quien elige cómo usarla. Las guerras y el amor comienzan con el lenguaje.    

Sócrates tenía una regla, para evitar hablar mal de los demás: Primero, corroborar la veracidad de lo que se dirá: ¿Estoy seguro de que es cierto? Segundo, revisar la bondad: ¿Es para bien lo que voy a decir? Y, tercero, la utilidad: ¿Es necesario decirlo, es provechoso? Si no tengo una respuesta afirmativa a los tres cuestionamientos ¿para qué dañar con nuestros comentarios?  

Que podamos sembrar la paz en los ambientes donde interactuamos, que seamos portadores de verdad, de amor y comuniquemos la Palabra de Dios en nuestras acciones diarias, para, así, construir en nuestro entorno un mundo más amable, honesto, respetuoso  y responsable.  

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