por Hace unas semanas, participé en la gala Unlock Her Future Prize 2024, donde el nombre de México se puso en alto. La iniciativa formó parte del programa filantrópico DoGood de The Bicester Collection, el cual apoya a mujeres creadoras de start-ups cuyo impacto a nivel social, cultural o medioambiental es positivo.
Si algo me quedó claro es la importancia del reconocimiento laboral y personal para el liderazgo femenino. De acuerdo con Women in leadership and the bewildering glass ceiling, de Am J Health-Syst Pharm, “Una barrera adicional para las mujeres es la falta de redes, reconocimientos, recursos internos y externos, a los que, por diversas razones, las mujeres tienen menos acceso”.
Chantal Khoueiry, directora cultural de The Bicester Collection, compartió que “empoderar a las mujeres implica mucho más que celebrar sus éxitos individuales. Se trata de crear ecosistemas de innovación y resiliencia que puedan transformar las sociedades.”
Un estudio de la Universidad de Delaware demuestra que los hombres tienen más probabilidades de recibir crédito por sus ideas que las mujeres, lo que se traduce en una mayor probabilidad de ser seleccionados para posiciones importantes.
Cuando vemos a mujeres en estas posiciones de liderazgo, vemos a nuestras yo del futuro haciendo lo mismo. Cuando entendemos qué las motivó y los pasos agigantados que tuvieron que dar para llegar ahí, nace en nosotros un eco de esperanza.
Cuando festejamos sus logros, le abrimos paso a quienes nunca han sido escuchadas. Por eso, el reconocimiento va más allá de cumplir con una cuota o colgarse la medalla, se trata de seguir construyendo un camino sólido, para que las que fueron las primeras en llegar, no sean las últimas.
Thamires Pontes, Valentina Agudelo, Annie Rosas y Leydi Cruz fueron las cuatro ganadoras de la edición de este año. Sus proyectos en pro de los océanos, los agricultores y los diagnósticos de cáncer de mama son ejemplo, tanto a nivel simbólico como económico, de que un verdadero reconocimiento por parte de una organización implica hacer un cambio en la estructura corporativa de raíz. Se trata de un compromiso que garantiza la permeabilidad de la visión: el apoyo necesario y tangible, para un mundo sostenible y un discurso que cimiente un futuro equitativo.
