8 de junio de 2025

San Gregorio Magno

Nació en Roma en el año 540, en una familia de Santos.

Su madre, Silvia, le transmitió el valor del actuar a la escucha de los evangelios. A ella se le venera el 3 de noviembre.

Estudió derecho, realizó una carrera política y ocupó el cargo de Prefecto, en Roma. Así, conoció los verdaderos problemas de la ciudad, ampliando su conocimiento sobre la realidad en que se vivía.

Al morir su padre , heredó una gran fortuna y la casa familiar, a la que decidió apartarse para llevar una vida más espiritual.

Años después, se retiró a la vida monástica donando todos sus bienes a los pobres y convirtiendo su casa en un monasterio, donde se entregó a la oración. Estudió las Sagradas Escrituras y a los padres de la iglesia.

Fue nombrado diácono por el Papa Pelagio II y enviado a Constantinopla como nuncio apostólico. Seis años después, regresó a Roma; tras la muerte de Pelagio II, fue elegido Papa.

Italia había sido invadida por los longobardos, había carestía y peste. Gregorio invitó a las fieles a hacer oración y una procesión penitencial, de tres días, hacía la Basílica de Santa María la Mayor. Se dice que mientras atravesaban de la zona del Vaticano al centro de Roma, tuvieron una visión del arcángel Miguel sobre la Mole Adriana, y la interpretaron como una señal del cielo, como el final de la epidemia.

Fue el Papa que reorganizó la administración pontificia; se ocupó de la Curia romana; confió la mayoría de sus encargos espirituales y caritativos a los monjes benedictinos en quienes más confiaba.

Decidió que los bienes de la iglesia fueran utilizados para mantenerse en base a la caridad y evangelización del mundo, a la rectitud y misericordia, utilizando sus propios bienes para esto.

Reformó la misa, la hizo más simple promoviendo el canto litúrgico, Canto Gregoriano.

Escribió más de 800 cartas y se conservan sus homilías, en las que invita a la palabra y a la acción, pensamiento y esfuerzo, oración y dedicación a los deberes; además de la Regla Pastoral: el obispo ideal reconoce su miseria y profundiza en la virtud de la humildad.

Murió el 12 de marzo del año 604, y fue sepultado en la Basílica de San Pedro.

Se le venera como el cuarto Doctor de la Iglesia, proclamado por Bonifacio VIII, el 20 de septiembre de 1295

La misericordia y humildad de este gran santo, es un testimonio de lo que los hombres podemos llegar a lograr en la vida, si escuchamos y nos entregamos a Dios.

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