26 de junio de 2025

Morir en el intento

Es un hecho que, a los seres humanos, nos cuesta trabajo aceptar las cosas que no nos gustan; sí, aquellas que nos incomodan y que salen de nuestro control. Nos resistimos al cambio, porque tendemos a buscar estabilidad y predictibilidad en nuestras vidas. La incertidumbre, ese miedo a lo desconocido, nos dificulta la aceptación de situaciones nuevas o desafiantes.

A menudo, tenemos expectativas sobre cómo deberían de ser las cosas y, cuando la realidad no se ajusta a este apego, sentimos frustración y decepción, lo que puede llevarnos a desconocerla. 

¿Alguna vez te has sentido así? ¿Así como cuando algunos patrones de pensamiento, que incluso llevamos al extremo, intensifican esa resistencia a aceptar las condiciones desfavorables en las que nos encontramos? 

Creo, sin temor a equivocarme, que las experiencias negativas previas pueden influir en cómo respondemos a situaciones difíciles en el presente. 

Pero… ¿Cómo podemos hacer para sobrellevarlas, cuando nos sentimos rebasados? Consultando al respecto, encontré la siguiente cita: “Aceptar lo que sucede implica un proceso de adaptación y, a veces, de duelo. La aceptación no significa resignación, sino reconocer la realidad y buscar formas de afrontarla de manera constructiva». 

Es importante, en principio, reconocer las cosas tal y como son, sin negarlas o minimizarlas y validar nuestras emociones, para poder definir metas realistas; analizar lo que podemos cambiar y lo que no, para que sean alcanzables, colocando nuestra energía en aquellos aspectos en los que podemos influir de manera positiva.

En ocasiones, olvidamos ser amables con nosotros mismos y reconocer que es normal sentirnos abrumados y, de acuerdo con mi propia experiencia, el buscar apoyo en la familia, en los amigos y en profesionales, es fundamental para transitar las experiencias complejas; porque afrontar una realidad difícil lleva tiempo y esfuerzo.

Hoy, recuerdo lo que ya empezaba a olvidar:

Identifico los patrones de pensamiento y comportamiento que me llevan a esperar a que los demás cambien.

Reconozco que no puedo controlar a los otros y que cada persona tiene su propio camino.

Acepto que las personas son diferentes a mí y que no todos cambiarán según mis expectativas.

Asumo la responsabilidad de mis propias emociones y acciones.

Aprendo a expresar mis necesidades y sentimientos de manera clara y respetuosa.

Hoy, aprendí que trabajar en mí me permitirá desarrollar una mayor autonomía emocional y mejorar mis relaciones con los demás.

Aprendí que trabajar en uno mismo significa dejar de esperar que los demás cambien.

Hoy espero, ¡no morir en el intento!

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