8 de junio de 2025

Editorial Agosto: IV Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores 

¿En qué momento te encuentras querido lector mientras miras estas líneas?  canas y arrugas pueden ser entonces preseas como los estigmas de Jesús. Agosto significa, en parte, descanso vacacional, encuentros familiares o de amigos y, cómo no, regreso a las actividades ordinarias, sean académicas o laborales. En todo caso y, a la luz de las semanas anteriores, se inaugura un tiempo para retomar el servicio, entregarnos de muchas formas para bien de quienes nos rodean.  

Francisco quiso cerrar julio celebrando a los abuelos y mayores. Hicimos memoria de tanto que Dios nos ha regalado en sus años bien encaminados en amoroso desgaste vital por otros. Sus 

En esta edición podrás percibir una centralidad puesta sobre el servicio a los demás, la vida en comunidad y la fraternidad cristiana. 

Un pórtico de entrada a agosto que sugiere una reflexión sobre lo que debiéramos asumir en lo que resta del año. Transfigurarnos (fiesta de este próximo día 6) transparentar al Jesús que nos inhabita dejando que, con nuestra entrega, sirva y no sea servido. (cfr. Mt 20,28).  

“Para dar, hay que tener” nos recuerda Ignacio Abarca D.P. El diaconado conoce de esto. S. Lorenzo, diácono romano cuya fiesta celebramos el 10 de este mes de agosto, así lo demostró al alcalde de Roma (s. III) cuando, al serle solicitados los bienes más valiosos de la Iglesia, presentó, ante la ambiciosa mirada del pagano gobernante, la auténtica riqueza y poder de la Iglesia: los pobres, lisiados, viudas, todos los marginados que la Roma imperial despreciaba. Nuestra pequeñez y precariedad en Dios, entregados con humildad a Jesús, son poder y riqueza. (Cfr. II Cor 4,7. 12,10). 

El artículo de la Dra. Sonia Villaseñor nos advierte que La Espiritualidad de la Cruz, tal como revelara Jesús en místicas experiencias a la beata Concepción Cabrera, si bien comporta sufrimientos, está asociada con el servicio al buscar “el bien de los demás, por encima del propio, incluso cuando nos cause dolor, como una expresión de nuestro amor cristiano”.  

“La vida terrena de María fue un testimonio de humildad y servicio”, afirma Gisèle Scarnière ponderando a la santísima Virgen como espejo de su Hijo. Y de hecho lo reconoce así la propia María ante Isabel, su prima: “El Señor ha puesto sus ojos en la humildad de su sierva” (Lc 1,48).  

Quiero agradecerte humildemente, como sacerdote y hermano sí, entrado en años, sabes que le has servido sin dilación ni reticencia. Cierto estoy, y cierto puedes estarlo tú de que Dios, por su cuenta, te agradecerá, conforme a su Palabra, por el servicio prestado a Jesús en favor del Reino de los Cielos; lo hará en una medida que desborda toda expectativa (cfr. Rm 8,18; I Jn 3,2). Gracias, hermano vive con gozo, pues por delante el Señor te aguarda para coronarte en su Gloria (cfr. II Tim 4,10). 

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