17 de junio de 2025

Santa Clara de Asís

Santa Clara de Asís, una mujer de ideas fuertes y profundas, vividas con coherencia: pobreza y reino de Dios; es decir, vacío de si y plenitud de Dios.  

Nació en una familia noble, no necesitaba de bienes materiales, pero, para Clara, no era importante, pues no necesitaba de ellos. Cuando conoció a Francisco de Asís, se dio cuenta de la vida de pobreza que él llevaba y decidió seguir su ejemplo, para así encontrarse con Cristo. 

 A los 18 años, decidió entrar en un mundo en donde la contemplación y la oración se convertirían en su centro, para estar más cerca de Dios. 

Este es el secreto de Clara, su vida de contemplación y de fraternidad, de su realización plena como mujer, como cristiana. Como franciscana, buscó y amó, en la raíz de toda su existencia, esta herencia de pobreza, por amor a Cristo pobre y a su Madre virgen, impulsada siempre por Él y de la mano sabia de Francisco. Colocó sus ojos, mente y corazón en Cristo, para hacer pascua con Él. 

Esta gracia es para muchas, como Francisco lo predijo iluminado por el Espíritu Santo: a unas, el mismo Señor llamará a seguir la misma vocación de Clara; a otras, las llamará el Señor para grandes cosas. El don hecho, a una, se convierte así en el don de todas. 

Orden de las Hermanas Pobres es el único nombre con el que Clara reconoce a su fraternidad en sus escritos. Años más tarde, en 1263, con la Regla del Papa Urbano, las Hermanas Pobres tomarían el nombre de Hermanas Clarisas

Esta unión a Cristo también tendrá sus oscuridades. Clara tiene su larga noche de sufrimiento de cruz, en la que saborea hasta el fondo el significado de la palabra tribulación que, con demasiada frecuencia, aparece en sus escritos. En sus largas noche de enfermedad, aprende el significado de la palabra paciencia.  

¿No es éste un desafío para los hombres y mujeres de hoy? Esta es una propuesta alternativa a la insatisfacción y a la superficialidad del mundo que, con frecuencia, parece haber perdido la propia identidad, pues ha dejado de experimentar que ha sido creado por el amor de Dios.  

Las Clarisas se conforman en unos novecientos monasterios, esparcidos por los cinco continentes. Ellas oran por todos nosotros, para que podamos, también, ser contempladores del rostro de Dios. 

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