8 de junio de 2025

Respuestas de amor a Dios

Orar para mirar bien 

La oración es la mejor manera con la que contamos, para poder relacionarnos con Dios. Por medio de la oración, nosotros hablamos y, más importante aún, escuchamos. ¿Qué escuchamos? Escuchamos lo que Nuestro Señor quiere decirnos y lo escuchamos a Él mismo. 

Al oír hablar de oración, usualmente, lo que nos viene a la mente es un conjunto de fórmulas que han de ser recitadas. También, al pensar en rezar, podría ser que se nos venga a la mente la idea de algo que es obligatorio.  

Rezar sí puede considerarse un compromiso, pero un convenio de amor, porque, cuando profundizamos y nos damos cuenta de que por medio de la oración podemos platicar con Aquél que nos ha amado inmensamente, y que, entonces, saludarlo durante el día es una forma de reconocer su omnipotencia, pero, más que nada, su Amor.  

Visto de este modo, rezar es una respuesta de amor a Dios, que nos ha amado primero. No es una obligación, es una necesidad que, como humanos y, sobre todo, como hijos de Dios, tenemos. 

Hablar con Dios es, según Santa Teresa, «Tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama». La oración va más allá de recitar, va más allá de ser un peso o un mandato.  

Orar es desarrollar una relación personal, única, irrepetible, con Dios. Es descubrir la propia vocación en la oración – el diálogo con Dios –, es ese acompañamiento personal, descubrir que Dios está con nosotros, aún en medio de las dificultades, es ordenar las decisiones personales a lo que Él quiere de nosotros, con la seguridad de su amor fiel, a quien no debemos tener nunca miedo, pues lo que nos pida el Señor es un don.  

Orar es aprender a mirar, como Dios nos mira, de una manera más profunda, sin arrebatos, sin prisas, pero sí con amor, paciencia y misericordia, como hijos suyos que somos. 

Deja un comentario