8 de junio de 2025

Dándote cuenta del autosabotaje

¿Cuándo fue la última vez que te diste cuenta de que te autosaboteaste bajo el disfraz de que, lo que estabas haciendo, era lo correcto? Yo, hace rato antes de escribir este artículo.  

La verdad es que en muchas ocasiones lo intentamos “disfrazar” con un sinfín de mentiras, que nos gusta contarnos.  

Te pongo algunos ejemplos: aquella ocasión en que no te lanzaste a llevar a cabo ese proyecto porque “no tenías todo lo necesario para que saliera bien”, bajo el argumento de que “si no está bien hecho, mejor no se hace”. El punto es que al final ni bien, ni mal. Simplemente no lo hiciste … Tu saboteador, el perfeccionista.  

Este te va a encantar, es el controlador, aquel que quiere hacerlo todo porque asume que nadie puede hacerlo tan bien como él. El problema es que eso lo autosabotea ya que no logra hacer tantas cosas como podría porque no sabe pedir ayuda, mucho menos delegar y al final acaba exhausto por hacer todo solo sintiéndose ansioso, enojado y de mal humor.  

Uno más, el complaciente. Aquel que, en su necesidad de ser aceptado y agradar a los demás, acaba poniendo a todo mundo antes que a él mismo. Y si bien es cierto que ayudar al prójimo es de las cosas más gratificantes y que generan mayor felicidad en la vida, quien primero tiene que estar bien es uno mismo ya que es a partir de ahí como se comparten los dones y se brinda ayuda a los demás.  

El objetivo es que a partir de ahora reflexiones sobre cómo esas que consideras “tus mejores cualidades” te sabotean sin que te des cuenta (o tal vez sí pero no lo has querido aceptar). Y no se trata de verlas como un defecto ni mucho menos, sino de “sacarles todo el jugo posible” pero encaminadas de una manera en que te ayuden a ser una mejor persona en lugar de que acaben saboteando. Si te animas a entrarle al reto, te aseguro que te sentirás más dichoso, pleno y feliz. 

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