8 de junio de 2025

Otra forma de hacer el bien

Un detalle que siempre me ha llamado la atención es: ¿por qué, en el arte religioso, en las imágenes, esculturas y todo tipo de réplicas cristianas de los santos, la Virgen María, incluso en algunas de sus representaciones y de Jesús, por supuesto, nadie sonríe?

Algunas, con rostros que expresan paz; pero, en la mayoría, me parece como si estuvieran cansados, sufridos, decaídos y, sí, en el mejor de los casos, desesperados.

Pero… si Dios es alegría, ¡qué contradicción!

Comienzo a buscar información y me encuentro con esta oración, que extraje de un artículo de Elizabeth Pardi, quien aborda este tema de forma muy interesante y con algunas de las citas y referencias que me gustaría compartir:

“De los santos lúgubres, serios y deprimentes, líbranos Señor”. Santa Teresa de Ávila.

Y, más adelante, con una gran aportación del Papa Francisco: “Nunca se escuchó hablar de un santo triste o de una santa con rostro fúnebre. Nunca se oyó decir esto. Sería un contrasentido”.

Y, también, me encuentro con una imagen de Jesús, de unos cinco años, recostado sobre el pecho de san José, mostrando una sonrisa cálida, mientras María, con un gesto de satisfacción, le hace cosquillas en el pie.

Entonces, sí quiero entender que no siempre ha sido así. Sencillamente, la respuesta apunta a que, como lo comenta Pardi en su artículo, la mayoría del arte religioso representa a los santos en mitad de cierta actividad en concreto, la oración; a lo que yo agregaría que es probablemente para mostrar, también, una postura de respeto, solemnidad y la tendencia, nada sorprendente, del arte en general de aquella época y que hemos venido replicando hasta el día de hoy.

Lo anterior sin suponer que el sonreír implique una falta o un acto insignificante y me quedo con lo que aprendo de la Madre Teresa de Calcuta, quien fue una gran defensora del poder de la sonrisa, y decía que la sonrisa es la antesala del amor.

Dicen que el dinero mueve al mundo, pero yo creo que una sonrisa no se queda muy atrás.

En lo personal, agradezco a todos los que sonríen, los que ríen, incluso a carcajadas, y me contagian, porque yo creo fielmente que, “hacer reír es también una forma de hacer el bien”.

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