17 de junio de 2024

El pan de vida

Dios Padre, que nos ha pensado desde la eternidad, es un Dios creador, que nos ama, acompaña y nos provee de todo lo necesario, no solo para vivir en esta tierra y en esta época determinada, sino, también, nos dota de lo necesario para vivir eternamente con Él.  Podemos decir que, desde los orígenes, Dios provee de alimento físico y espiritual.  Dios nos alimenta con la Palabra y su sacramento.

San Juan Evangelista nos revela que Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre, es el pan de vida bajado del cielo. “Yo soy el pan de vida,  el que venga a mí no tendrá hambre y el que crea en mí no tendrá nunca sed”.  “Moisés no les dio el pan del cielo; es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo…”   (Jn.6,32-33).  Jesús será el  “Maná” nuevo, alimento físico y espiritual para el hombre.

“Señor, danos siempre de ese pan”. “Yo soy el pan de vida. El que venga a mí no tendrá hambre y el que crea en mí no tendrá nunca sed”. (Jn.6,34-35). Jesús es el pan de vida y creer en Él nos hará participar de la verdadera vida.  

El lugar que ocupa el Pan de Vida, “la Eucaristía”, en la historia de la salvación, no es uno solo; ocupa dos modos distintos:

Como figura en el Antiguo Testamento. El maná es figura de Jesús, en cuanto que es pan bajado del cielo.

Como acontecimiento en el Nuevo Testamento. Jesús, con estas palabras: Yo soy pan de vida, estaba prefigurando y anunciando la Eucaristía. “Hagan esto en memoria mía”. Pero no es un recuerdo, es un memorial; es decir, está pasando ahora, en tiempo presente.

El Pan bajado del cielo, del Antiguo Testamento, es ahora Jesús, que bajó del cielo y se quedó con nosotros en la Eucaristía, dando cumplimiento a la promesa: “Me voy, pero me quedaré con ustedes hasta el fin del mundo”.

Demos gracias a Jesucristo, que, con su muerte y resurrección, nos purificó y nos salvó. Demos gracias a Dios por su presencia eterna en la Eucaristía. Amén.

Deja un comentario