8 de junio de 2025

La muerte de un querido amigo

Desde que yo estaba más o menos por ahí de cuarto de primaria, empecé a ir de misiones en Semana Santa; primero, con mi familia y, luego, con un grupo de jóvenes que iba a la sierra de Puebla. Desde ese momento, me acuerdo de que el Viernes Santo era, especialmente para mí, un día de luto, que vivía, incluso, con tristeza. 

Puede que, al principio, haya sido derivado de un pensamiento muy religioso, reflexionando sobre la muerte de Dios, visto, incluso, desde un punto filosófico con la carga de esa frase. 

De unos años para acá, el Viernes Santo ha adquirido para mí otro significado. Si bien sigue siendo un día de tristeza y luto, revestido de reflexiones religiosas, últimamente, he empezado a ver la muerte de Jesús como la muerte de un amigo cercano. 

Y es que, sí es cierto que Jesús se hizo semejante a nosotros en todo (menos en el pecado). Eso significa que su muerte es un acontecimiento humano, que toca nuestras fibras sensibles, pues también enfrentamos a la muerte en nuestra historia. Cristo Jesús, en su empatía, quiso acompañarnos en nuestras muertes cotidianas, en nuestros miedos, angustias y pérdidas. 

Quiso que viéramos, en su pasión, nuestras pasiones: el dolor de perder a un familiar o a un querido amigo; la angustia de ver a un ser querido enfermo y luchando por su vida; la indignación por quienes son afectados por la violencia en el país, haciéndolas víctimas de robos, asaltos, extorsiones, discriminación en la escuela o en el trabajo, o incluso de violencia física, psicológica y sexual. Jesús se abaja hacia nuestros dolores, y quiere que lo veamos, también, como un querido amigo que nos acompaña… como un querido amigo que sufre y muere. 

Pero esta visión de las cosas trae consigo la esperanza de la Resurrección. Si este querido amigo, que es Jesús, venció a la muerte y regresó a la vida de un modo victorioso, podemos estar confiados en que, junto a Él, también nosotros saldremos de nuestras dificultades y problemas de forma victoriosa, ya sea en esta vida o en la siguiente. La esperanza que trae la Resurrección de Cristo, si se vive desde la cercanía de la amistad, se siente como una verdadera alegría cercana y no como un dogma lejano. Que ese sea nuestro motor, en este mes de Semana Santa. 

¡Ánimo firme! ¡Que viva la Cruz!

PD: Esta Semana Santa y todo este mes, tengamos presente en nuestras oraciones una petición por la unidad de los cristianos. Este año, por coincidencia, la Pascua que celebramos los católicos y nuestros hermanos ortodoxos cae el mismo día, 20 de abril de 2025. Que sea una oportunidad para pedir, a Nuestro Señor Resucitado, la gracia de volver a ser un solo rebaño, bajo un solo pastor, unidos por un solo bautismo). 

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