Hace unos días, estaba en un desayuno con amigas. Me llamó mucho la atención cómo, una de ellas, siendo psicóloga, Cristina, estaba invitando a sus cursos de “Formación Humana”, donde incluye sesiones de “Constelaciones Familiares, el Tarot, etc.”. Y me preguntaba, si ella es consciente de que, lo que enseña y practica, es contrario a la fe católica. Realmente, es alarmante la falta de formación en la fe, de los bautizados.
Antes que nada, Jesús es el Misterio de Dios. Misterio, no se refiere a algo que desconocemos y que es una incógnita; sino que, misterio es aquello que no podemos explicar con la razón, sino, solo lo podemos entender por medio de la fe.
A través de la historia de la salvación, Dios se ha revelado al hombre y “Llegada la plenitud de los tiempos, el Hijo Eterno de Dios fue enviado por su Padre al mundo”. Gal.4,4
Dios, sin dejar de ser Dios, se hizo también hombre. Jesús es Dios y Jesús es Hombre; y esto es “El gran misterio de Dios.”
De esta manera, podemos entender que Jesús tiene una doble naturaleza: la naturaleza Divina, porque es 100% Dios, y la naturaleza humana, porque es 100% hombre.
Por otro lado, Jesús, en su naturaleza humana, tiene dos dimensiones: naturaleza humana terrestre y naturaleza humana celeste.
Jesús, en su naturaleza humana terrestre, era judío, nacido del seno virginal de María; formó parte del grupo de los fariseos; tuvo una vida oculta desde su infancia, hasta el bautismo en el río Jordán; en su ministerio público, tuvo una acción evangelizadora, con palabra y obras de poder. En resumen, podemos conocer a Jesús de Nazaret en su fase histórica.
Jesús, en su naturaleza humana celeste, es un Jesús trascendental que, muriendo en la cruz, resucita a una vida nueva, asciende y es exaltado a la diestra de Dios y ungido con el Espíritu Santo. Jesús, en su condición humana celeste, ya glorificado, tiene una acción salvífica en favor de la humanidad.
Podemos concluir que la mejor manera de no caer en otras filosofías es conociendo a profundidad a Jesús, que es el Cristo, el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, que nos lleva a una vida nueva, que es la vida eterna, amén.