5 de julio de 2024

Estar cerca de Dios

¿Cuántas veces tratamos de acercarnos a Dios y no lo logramos?  Siempre es Él quien nos busca primero, pero, al querer responderle, nos encontramos con diferentes actitudes de nuestra parte: podemos ser autosuficientes o tímidos. 

Si tomamos la actitud autosuficiente, somos de aquellas personas que dejan el encuentro con Dios para “después”, pues, de momento, no lo necesitan, ya que todo está muy bien en sus vidas y creen dominar todo en ella, se bastan a ellos mismos.  Si tomamos la actitud del tímido, nos sentimos tan miserables y pecadores que, muy dentro de nosotros, pensamos que no somos “merecedores” de que Dios vuelva su vista sobre nosotros. En nuestras vidas, estas dos actitudes se mezclan unas veces, sobresaliendo el primero y, otras veces, el segundo. 

El autosuficiente niega su inseguridad y su falta de apoyo en Dios; prefiere ignorarlo para, al menos, vivir sin la llamada de la conciencia. Teme encontrar sus limitaciones, decidiendo que esas limitaciones simplemente no existen. Esta es una tentativa que no logra su objetivo, pero, como no se puede confesar a sí mismo esta necesidad de Dios, al exterior, aparenta exactamente lo contrario.  

El tímido no reacciona, para resolver su propia inseguridad. Además de reconocer sus limitaciones, las padece, percibiendo solo los aspectos negativos de su persona. No se percibe a sí mismo como persona valiosa y con una misión en la vida, se siente incapaz, teme no poder y se encierra en sí mismo, creando un círculo vicioso del que es muy difícil salir.  

En la búsqueda de Dios, es necesario adoptar una actitud de verdadera humildad, aquella que Santa Teresa de Jesús definió como “andar en verdad”. Reconozcámonos como criaturas necesitadas de nuestro Creador, quitémonos las máscaras, que nos impiden un encuentro verdadero con Dios. Así, nos será posible encontrar nuestra verdadera identidad de hijos suyos, para salir a su encuentro en una serena aceptación de nosotros mismos y de nuestros propios límites, en la conciencia de que Dios nos ama como verdaderos hijos suyos. 

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