5 de julio de 2024

El sacerdocio común en que participamos

El sacerdocio, para muchos fieles, es un llamado particular, que implica un compromiso estable dentro de la Iglesia, que lleva a atender a todos en sus necesidades espirituales. Es un estado al que se llega por el sacramento del orden y solo es para algunos que Dios ha llamado y ha enamorado del servicio. Esta visión del sacerdocio, aunque es cierta, es parcial y disminuye la realidad de lo que es ser sacerdote. 

El sacerdocio es un don, el cual tiene todo aquel que ha recibido el bautismo, que ha sido ungido como sacerdote y puede participar en la celebración con la dignidad que le ha dado el sacramento bautismal.  

Pero, si todos los bautizados somos sacerdotes, ¿Quién es quien nos confiesa y configura la Eucaristía? Es una forma particular de sacerdote y se denomina presbítero, que es llamado por Dios a consagrarse a Él, por medio del sacramento del orden y, respondiendo a Su llamado, se entrega en cuerpo y alma a la comunidad, a la que le es enviado para acompañarla y guiarla al encuentro de Dios por medio de los sacramentos, principalmente el de la reconciliación, donde obtiene el perdón de sus faltas y errores y la gracia de la absolución de estos. 

Por la otra parte, en el sacerdocio bautismal,  en el que todos los fieles  participamos, hacemos presente a Dios en cada momento de nuestra vida, ofreciéndole todos los sucesos por los que transitamos, para que sean parte de la ofrenda eucarística, dando testimonio, con nuestra forma de vivir, de Su presencia y acción; así, manifestamos la cercanía y confianza  que tenemos con Él, al mantener un diálogo continuo, por medio de la oración, presentando nuestras necesidades y agradeciendo lo que ha aportado a nuestra vida, abriéndonos a sus enseñanzas. 

Ser sacerdote es participar en la misa con fe, con atención y con conocimiento, para que nuestra presencia se una a las acciones del que preside y, en una forma común, nos presentemos a Dios, para obtener, de Él, la gracia del cuerpo y sangre de Cristo en la Eucaristía. 

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