18 de mayo de 2024

Salí del Padre, ahora, vuelvo a Él

Se va para enviar. No sólo para enviar al Espíritu Santo, sino para completar, lo que yo llamo, el “círculo dinámico del amor”. Salió del Padre, regresa al Padre. No es una ausencia, ni de sus apóstoles ni de nosotros, sino de una nueva presencia por el amor. El mismo Jesús creó muchas formas para garantizar su presencia entre nosotros: 

– La Eucaristía, “tomen y coman, esto es mi cuerpo… tomen y beban, esta es mi sangre…” No está escondido en el pan y en el vino, es el pan y el vino consagrados que comulgamos. 

– La Comunidad, “donde dos y tres están reunidos en mi nombre, ahí estoy yo, en medio de ellos”, por eso, toda comunidad reunida en su nombre garantiza la presencia amorosa de Jesús. 

– Los Evangelizadores: “Vayan por todo el mundo a predicar el Evangelio y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el final”. Está detrás de cada Evangelizador, confirmando la obra de sus misioneros de todos los tiempos. 

– Los pobres y necesitados: “lo que hagan, cualquier cosa, con mis pequeños y pobres, me lo hacen a mí…” solidaridad completa con los pobres, que son como un nuevo y pequeño sacramento. 

– Tú y yo y cada uno en sus corazones: “El que ama será amado por mi Padre, vendremos a él y haremos nuestra morada en él”. Tú y yo podemos afirmar, Él está en mí y yo en Él. 

Además de este “cerrar el círculo dinámico del amor”, apunto algunos otros del porqué Jesús sube hoy al cielo: 

El encarnado es el crucificado, el crucificado es el sepultado, el sepultado es resucitado, el resucitado es el glorificado, el glorificado: 

1º – Nos prepara un lugar porque, donde Él está quiere que estemos nosotros ya que, en la casa de Su Padre hay muchas habitaciones. 

2º – Para bajar, como dice el Credo de los Apóstoles, a los infiernos, a las profundidades del universo, de la historia, de la creación y sacar a todos los que esperaban la completa liberación. 

3º – Para enviar la promesa del Padre: al Espíritu Santo, que lo hizo posible, a Él, en el seno inmaculado de María y hará posible a su cuerpo místico, que es la Iglesia desde el día de Pentecostés. 

4º – Para indicarnos cuál es nuestro definitivo destino, porque también nosotros podemos decir con toda verdad “salí del Padre y vine al mundo, ahora, dejo el mundo y vuelvo al Padre”. 

5º – Porque Jesús es la cabeza y nosotros somos su cuerpo y, si Él ha triunfado, alguien muy nuestro ha llegado a su plenitud.  

Sí, se va y ya nos lleva con Él. Se encontrará con su Padre amado, que lo engendró, y su papá querido, que lo adoptó. Ahora, lo recibirán con un júbilo especial. Esta es la Ascensión del Señor que celebramos.  

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