5 de julio de 2024

Camino del amor

El camino del amor no es la ilusión de encontrar a la persona ideal, que nos complementa totalmente y desea ser parte de nuestra historia, sino es la entrega personal que nos lleva a encontrar nuestra propia plenitud, que nos hace presente la realidad divina, que se expresa en nuestra persona al donarnos al otro que nos necesita. 

Más no es espontáneo, ni inmediato, es un tránsito entre nuestra pertenencia al mundo, al ruido y la insensibilidad, hasta el lugar donde está presente el que ha pedido a Dios una respuesta a su necesidad, que nos hace despojarnos de nuestro egoísmo y de nuestro miedo, para acercarnos a él y descubrir, en él, la presencia de Cristo mismo. 

Porque el amor, tal como lo dice San Pablo, no puede ser egoísta, porque es una donación de nosotros mismos; no puede jactarse de lo que hace, pues la motivación y la acción procede de Dios y no le es propia: lo propio es la voluntad de ser ese instrumento de Dios, para atender la carencia del hermano, es preocuparnos por ese hermano que nos requiere y nosotros también a él. 

El camino del amor es despojarnos de todo aquello que disfraza nuestro ser, que esconde la riqueza que Dios nos da, para que, siendo la verdad que Dios nos da, también seamos la voluntad que Dios expresa, al motivarnos a actuar y manifestar la generosidad de compartirnos. 

El camino del amor cursa por la exploración de las realidades que se comparten, dejándose iluminar por la presencia del otro, aceptándolo y admitiéndolo tal cual es, profundizando en aquello que nos abre su corazón, para atenderlo, y abriendo nuestro corazón, para dejarnos atender por él. 

Amar implica siempre entregarse al otro y servirlo con alegría y atención, más no someternos ni doblegarnos, mantener la verdad de hijos de Dios en toda su dignidad, pero haciéndonos accesibles y sensibles a su realidad. 

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