8 de julio de 2024

Las causas de beatificación y canonización

de la Familia de la Cruz 

H. Alfonso Pérez Larios, M.Sp.S. (21) 

Continuación… 

LA CASA DE ESTUDIOS DE COYOACÁN 

Ya tenía práctica, el hermano Alfonso, y conocía bien los gustos, las virtudes y las mañas de los estudiantes, pues, en Roma, había desempeñado ese cargo, pensando que su papel era imitar a San José y a la Virgen María, en la casita de Nazaret, donde Jesús, «a los 20 años», como le decía el P. Félix Rougier, estaba preparándose para su misión. 

No vivía ya el P. Félix, pero el P. Tomás Fallon, residente en San Felipe de Jesús, lo sostenía con sus sabios y prudentes consejos de dirección espiritual. 

El P. Alfonso Alcalá (muchos de ustedes lo conocen, pues estuvo en la Parroquia de la Santa Cruz del Pedregal, hasta hace relativamente poco), quien lo trató en la Casa de Fernández Leal, dice que: «Era él el cocinero paciente, sobre todo, si se tiene en cuenta que aquella cocina estaba al alcance de todos los estudiantes (y esto es mucho decir). No recuerdo haberlo visto irritado o impaciente. Tengo la vaga impresión de que tan solo lo vi una vez enojado y, esto, cuando alguien se permitió molestar muy injustamente y con demasía al pobre perro Marte». 

«Marte» era un perro de gran tamaño, que espantaba a quien lo veía, pero manso y paciente. Uno de los estudiantes lo había enseñado a saltar la reata en brincos de altura, que cada vez iba subiendo más y más, y, si no la saltaba el perro, sufría castigos injustos. La reata fue sustituida, después, por el dedo de este hermano en posición horizontal, y el perro saltaba como si existiera la reata. Esto no le gustaba al hermano Alfonso, pues el animal era objeto de risa para todos. 

En Fernández Leal, había muchos animales de toda especie: domésticos, como Marte, el Jolino, perro muy querido por el P. Roberto de la Rosa, gatos, un gallinero, en el que los gallos despertaban temprano a los estudiantes con sus cantos, y las gallinas todo el día hacían un coro inconfundible y había, también, sabandijas de muchas clases: cucarachas, mosquitos, arañas, alacranes, ratones. El hermano Alfonso sufría mucho, cuando los estudiantes maltrataban, por cualquier causa, a estos animales y decía al culpable: «No mate al mosquito; no le pegue al perro, etc. Nosotros tenemos otra vida, pero ¿no ve que ellos no? No se las quite. Déjelos gozar» 

                          Continuará… 

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