19 de abril de 2025

Editorial

Fiesta de Santiago Apóstol 

Me estoy enamorando…o de plano la consumación de ese gerundio: “estoy enamorado”.  

Nada de lo inherente al Amor es ajeno al Dios Amor: seducción, celos, pasión, dolor, entrega, gozo, tristeza, decepción, agotamiento, etc., por el ser amado. El Espíritu Santo, muy en especial, es Maestro de Amor. 

Escribo esta editorial en la fiesta de Santiago apóstol… hombre apasionado por Jesús y su Evangelio, más hombre al fin. Cuenta la tradición, que en su propósito de misionar evangelizando hasta los confines de la tierra (entonces el mundo conocido llegaba a las costas de la península ibérica, Finis Terrae) cayó agotado en Celtiberia, actualmente región de Zaragoza. Y derrengado se recogió al pie de un pilar. Mas por sentirse tentado de abandonar la empresa, nos cuentan que la mismísima Virgen María, en la única aparición que ella tuviera aún viva en esta tierra, se le manifestó en bilocación sobre el capitel del pilar pidiendo se le construyese allí mismo un templo. Amén de haber llevado a cabo tal deseo, esa experiencia trajo consuelo y ánimo al agotado apóstol. Hoy, miles de peregrinos buscan ese mismo aliento cuando acuden a la catedral baturra y colman de rosas el estrado y alrededores de la imagen expuesta en la plaza de la ciudad. 

La fe, don divino, es sacudida por el cansancio y desmotivación de nuestra frágil humanidad…humanidad que, naturalmente al ser contingente, se resiente. No obstante, nos explica en su artículo Yeyo Valle, nuestro dinamismo interior, “nuestra espiritualidad, debe vivirse como una gran relación de pareja, una relación de amor con Dios y para Dios”. El Amor es divina fuerza más el cuerpo débil carne… Refresquemos el Amor saciando la sed en la fuente misma del Amor que es Dios. 

“¿Quién diría que algo tan pequeño, como un frijol, me daría motivación para luchar por unos 50 años más?” Tamara Aguirre comparte como, aún lo más pequeño, invisible y desconocido como un hijo en el vientre materno, puede resultar una recarga de Amor de colosal poder. 

También en esa línea del Amor vivificante y vivificado, en su sección “Respuestas de Amor a Dios”, Ana Victoria Padilla nos remite a la Eucaristía que da fuerzas, restaura, anima y vivifica nuestro espíritu.  

José A. Abarca refiere que incluso en la circunstancia más radical, el perder la vida, como Jesús hiciera al dar su vida por nosotros, resulta en su resurrección el testimonio más poderoso de la fuerza del perdón y amor que Dios nos tiene. El Amor, Dios, supera toda barrera y limitación. 

Como el apóstol Santiago, muchos llegarán al verano cansados y deseosos de reparador descanso. Con una fe vigorosa o quizás raquítica. Atendamos la invitación de Jesús, acudamos a Él los cansados y agobiados y encontraremos consuelo (cfr. Mt 11, 28). El Amor de Dios siempre reanima. 

Feliz verano hermanos. 

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