8 de julio de 2024

Inyecciones de Fuego

Dios necesita colaboradores

El 14 de enero de 1894, después de haberse grabado el monograma JHS, Concepción Cabrera hizo esta súplica, salida de su corazón: «Jesús, Salvador de los hombres, ¡sálvalos!»[1]

Doce años más tarde, ella escucha que Jesucristo le dice: «Tú me pedías que salvara a los hombres y Yo he venido de nuevo a salvarlos, por medio de estas Obras [de la Cruz]»[2]. Y, dos años después: «Tú me pediste, un día, que salvara a los hombres y Yo vengo a salvarlos contigo, por medio del dolor, porque el dolor es salvador»[3].

El padre Marcos Alba, M.Sp.S. compuso un canto en el que, después de la súplica: «Jesús,…¡sálvalos!», dice esta feliz expresión: «y, para salvarlos, ¡cuenta con nosotros!»

«Dios quiere que todos los hombres y mujeres se salven» (1Tm 2,4), pero realiza esta obra por medio de personas concretas.

«Somos colaboradores de Dios» (1Co 3,9), simples colaboradores; Dios es quien actúa, por medio de nosotros (cf. Hch 19,11). Pero somos, nada menos, que colaboradores necesarios en la obra de la salvación. Si no nos necesitara, ¿para qué nos habría llamado? ¿Para qué habría fundado su Iglesia?

Los colaboradores que Jesucristo necesita no son los más inteligentes, simpáticos, ricos, jóvenes, preparados… sino, simplemente, personas disponibles, dignas de confianza, que amen y sean dóciles al Espíritu Santo (cf. Is 6,8; 1Tm 1,12; Jn 21,15; Hch 13,4).

Si queremos colaborar con Jesucristo, hemos de poner a su disposición nuestros recursos, tiempo y generosidad. Además, para que la gracia de Dios pueda llegar a los demás, por medio de nosotros, es indispensable que estemos en íntima unión con Dios-Trinidad y, también, «cerca de la vida de la gente»[4].

La beata Concepción Cabrera colaboró con Jesucristo en la obra de la salvación. ¿De qué manera estamos colaborando tú y yo? ¿De qué manera vamos a colaborar?


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