5 de julio de 2024

Las causas de beatificación Hno. Alfonso Pérez Larios

Continuación…  

Estas palabras del P. Félix indicaban, al Hermano Alfonso, el plan de su nuevo trabajo y de la vida espiritual que debía seguir en esa residencia: ayudar en todo, ganar a Dios más almas, pero, más que por el ministerio, «por el amor con el cual debía cumplir sus cargos». Iba a «hacerse santo». Estas palabras tienen valor incalculable. Sí, a eso fue el Hermano Alfonso, y lo logró. Su recuerdo perdura en aquella casa. Pasó, como Cristo, haciendo el bien; la fundación se hizo en mayo de 1936. 

Fue notable el fruto espiritual obtenido en la casa de Celaya, por la adoración ante el Santísimo, la puntualidad y el esplendor de la Liturgia, por la amabilidad de todos, lo que atrajo vocaciones para la congregación.  

El hermano Jesús Sandoval fue compañero del hermano en sus trabajos en la Casa de Celaya: «Casi cerca de un año, estuvimos los dos encargados de preparar los alimentos a esa comunidad. Siempre me edificó su proceder y buen ejemplo, siempre se mostraba sonriente y servicial con todos. Sabía disimular sus defectos. 

Habiendo estado juntos, por lo menos un año, en 1938, él estaba en la cocina y yo en la sacristía, pero constantemente me iba a ayudar, a pedir las limosnas o bien a barrer la iglesia de La Merced. Aunque tenía que preparar la comida para la comunidad, se daba tiempo para todo y siempre lo hacía de muy buen humor y con tanto interés, como si a él le hubiera tocado dicho trabajo. 

 
(…) Él estaba encargado, además de la cocina, de salir a pedir ayudas a los bienhechores,} y, en las tardes, se le veía por las calles de Celaya, entrando a varias casas, con dicho fin». 

Continuará… 

Deja un comentario