por Continuación…
Alfonso permaneció en Tlalpan, en el Escolasticado, durante ese año y, el 25 de diciembre de 1935, el P. Félix le dio su carta de cambio, ahora, al Noviciado, ubicado en Patriotismo 96, Tacubaya, Ciudad de México, en una casa adaptada: «Lo nombro a Ud., en este hermoso día, para la Casa del Noviciado, donde lo espera, mañana o pasado, el reverendo padre maestro, Benedicto Plasencia. Su trabajo principal va a ser ayudar en la formación de los hermanos coadjutores, como se lo explicará el R.P. Plasencia.»
Este nombramiento nos muestra el gran aprecio que el P. Félix tenía por el Hermano Alfonso, al nombrarlo colaborador del Maestro de Novicios para formar a los hermanos coadjutores.
Todos estos cambios de residencias y adaptación de casas se deben al arduo momento que se vivía en México, con la persecución religiosa y expulsiones del año 1935, gracias a la aplicación de la famosa «Ley Calles». A finales del año 1934 e inicios del 35, el gobierno de México «nacionalizó» las tres casas de formación que los Misioneros del Espíritu Santo tenían en la Ciudad de México. A partir de ese momento, todos los Misioneros que vivían en esas casas tuvieron que dispersarse, algunos, refugiándose en casas de algunas personas que se apiadaron de ellos; otros, en casas rentadas, con la esperanza de que los agentes del gobierno no los descubrieran y confiscaran no solo los bienes inmuebles, sino todo aquello que poseían.
Esto lo vivió el Hermano Alfonso y, además, lo hizo de manera humilde, según el P. José Guzmán: «A él, le tocaron todas aquellas expulsiones del año 35. Ese año, el gobierno nos expropió todas nuestras casas y nos lanzó de ellas. Él no se ponía a reclamar, ni se quejaba, al contrario, ayudaba en todo. En ese tiempo, no teníamos muebles, ropa, ni nada. Todos estos contratiempos los soportó con serenidad, yo creo que esto manifiesta la gran fortaleza de ánimo del hermano. Ciertamente, fue ejemplar».
Continuará…
