5 de julio de 2024

Las causas de beatificación y canonización de la familia de la cruz

H. Alfonso Pérez Larios, M.Sp.S. (15) 

Continuación… 

Los hermanos estudiantes lo querían mucho y, con frecuencia, le pedían pequeños servicios. El P. Benedicto Plasencia recuerda: «Estábamos en Roma, se acercaban los exámenes finales y, todo el tiempo, queríamos emplearlo en el estudio. Como se habían caído todos los botones de mi pantalón y no tenía tiempo para pegárselos yo mismo, una noche, después de la cena, le comuniqué mi problema al hermano Alfonso. “Démelos, me dijo con mucha amabilidad, yo me encargo de eso”. Al día siguiente, al levantarme, los pantalones pendían del picaporte, no solo con los botones puestos, sino desmanchados y planchados». 

Nada tiene de raro que los estudiantes, eruditos filósofos y teólogos, al fin y al cabo, jóvenes, le pusieran al hermano Alfonso un sobrenombre, que indica lo que era en realidad en el ambiente de esa Comunidad: «Pater pauperum», pues atendía a las necesidades de todos los que, en cualquier sentido, eran pobres. 

Años después, cuando estuvo en la casa de estudios de México, los estudiantes, que también eran jóvenes, lo bautizaron con otro sobrenombre: «el Padre Santo», según ellos, por el esplendor de sus virtudes sólidas y ocultas.  

La fama de virtuoso, que adquirió el Hermano Alfonso en Roma, no se detenía dentro de los límites de esa comunidad, trascendía a México: El hermano Jesús Sandoval Heredia nos dice, «Desde que entré a la Congregación, en diciembre de 1931, oí hablar muy bien de dicho hermano, quien entonces se encontraba en la Casa de Roma; los padres, que regresaban de allá, elogiaban su caridad y servicialidad.» 

El P. Félix recibía óptimas noticias acerca del buen espíritu del hermano Alfonso y pensó que este hermano podría ayudarle en la formación de los Hermanos Coadjutores. Envió a Roma a otros dos muy buenos y le escribía al hermano Alfonso, «Mi querido hijo Alfonso, amado en el Señor. Les he enviado dos hermanos, que se han ido con grandes deseos de hacerse santos y de ayudar, en esa querida casita de Roma, con todas sus fuerzas. Ud. tiene el cargo de formar esos dos hermanos que lo van a reemplazar y, una vez la formación terminada, lo llamaré también con el excelente hermano Mariano.» 

Continuará… 

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