Hablar de la vejez resulta incómodo para muchos, otros tendrán mejor digerido el tema, depende mucho, creo, de cómo se aborde el mismo.
Observo, hoy en día, a personas, como yo comprenderé, que estamos acercándonos a una etapa complicada de la vida, que es alcanzar una avanzada edad, madurez, sexto piso, jubilación, Inapam, o como le queramos llamar. ¡Ouch!
Es cierto que la juventud se lleva por dentro, como también es cierto que lo único inevitable en la vida es la muerte y, en el mejor de los casos, llegar a la vejez.
Independientemente de lo que la generalidad pedimos, como es no caer en enfermedades diversas, perder facultades, convertirnos en personas dependientes, entre otras muchas cosas y, tomando en cuenta que, por regla general, eso no va a suceder, lo que sí podemos pedir e imaginar es cómo queremos envejecer, para nosotros, para nuestros hijos y para los que nos rodean.
Dejando a un lado lo que también observamos, a veces inevitable en muchas personas, como son las cuestiones negativas: impaciencia, necedad, imprudencia y “vejez prematura”, también nos llama mucho la atención cuando nos topamos con personas, alegres, conversadoras, bailadoras, contadoras de historias, guapas, en fin, a las que bautizaré como “gente luminosa” y así lo dice también una canción.
La parte física y mental es fundamental, tan importante como la actitud, diría yo.
Y aquí, como siempre, la reflexión: ¿Cómo te gustaría envejecer? ¿Cómo te gustaría que te vieran y percibieran las personas de tu alrededor, pareja, hijos, nietos, amigos, vecinos?
Pensemos en 5 características que nos gustaría tener. Seguramente, serán todas positivas. Y… ¿Por qué esperar a la vejez? ¿Habrá algo que podamos empezar a hacer ahora?
“A diferencia de los humanos y de todo lo demás, Dios no tiene una edad. No hay un día en que Dios no haya existido, pero, Él no tiene principio ni fin”
En efecto, nosotros sí somos finitos y, por lo mismo, podemos empezar de inmediato a ser gente luminosa, porque no hay edad para eso…
Y yo, de viejita, así me gustaría continuar, así me gustaría que me percibieran en ese momento…
¡Y que Dios me permita vivir para compartirlo!