17 de junio de 2024

Adorables Adolescentes

Con frecuencia, solemos escuchar frases como: “Todos los hombres son iguales…” “Lo que pasa con las mujeres…” ¿No les parece que tratar de “homogeneizar”, tanto a los hombres como a las mujeres, es absurdo? Quienes simplifican la vida de este modo cometen graves injusticias. Así, también, incurrimos en un grave error al pretender estereotipar a los adolescentes, como si ellos fueran iguales. Cada ser humano es absolutamente irrepetible, pues estamos compuestos de alma y cuerpo, de materia y espíritu, por lo que dos individuos, corporalmente idénticos, pueden ser diametralmente opuestos entre sí. 

Cada adolescente es una persona con personalidad propia, con gustos, cualidades, defectos, intereses y experiencias, buenas y malas, debemos respetarlos pero, también, tenemos el deber de ayudarlos a crecer como personas colaborando en su educación.  

La incertidumbre provoca descontrol e inseguridad. Los padres deben comprender y acompañar a los hijos en su proceso de crecimiento, inculcando la paciencia, el orden, los buenos modales, la generosidad, etc. Pero, siempre, exigirles de manera prudente y firme, pues, si se pierde la paciencia, también se puede perder la autoridad.   

Hoy en día, educar no es fácil y mucho menos cuando los hijos ya no son pequeños, pero no es imposible. Hay muchos factores negativos, como el ambiente, las malas amistades, la relajación de las costumbres, algunos medios de diversión y entretenimiento, y la facilidad con la que algunos padres les dan dinero a sus hijos.  

Pero, también, se cuenta con elementos muy positivos, como el amor, el conocimiento personal – producto de muchos años de convivencia diaria – y la capacidad que todo ser humano tiene de mejorar. Escuchemos a los hijos, creando un clima de confianza, dándoles el tiempo  que necesitan, cuidando lo que se dice y cómo se dice, lo que se hace y cómo se hace. 

Pero, para saber actuar adecuadamente, debemos estar dispuestos a reconocer que, en ocasiones, ellos tienen la razón y nosotros somos los equivocados.  

Muchas veces, he dado este consejo a padres y madres con hijos rebeldes, de esos con los que resulta imposible hablar sin discutir: acérquense a ellos, háganse presentes e interésense en lo que hacen. A veces, da buen resultado, vale la pena probar. 

Deja un comentario