por H. Alfonso Pérez Larios, M.Sp.S. (12)
104 AGOSTO
Postulador General
Continuación…
ESTANCIA EN ROMA
(Noviembre 1926 – Noviembre 1934)
Después de las vacaciones y antes de comenzar las clases, la Comunidad de Roma, tradicionalmente, hace sus Ejercicios Espirituales y, esto, desde su fundación.
Alguien tenía que quedarse en la casa y Alfonso quería siempre aprovecharse de este tiempo de Ejercicios: como no podía hacerlos con la Comunidad, solía hacerlos en particular, en esa misma casa de Roma. Así lo hacía, año tras año: «Con la ayuda de Dios, haré mis Ejercicios Espirituales aquí, solito en Roma… Quiera Nuestro Señor que, esta vez, sí cambie de una manera radical de género de vida, que sea verdadero Misionero del Espíritu Santo, con una vida de verdadera inmolación de mí mismo, practicando todas las virtudes (…).
No deje de hacer una petición especial pidiendo para que ya me sepa entregar del todo a las manos de Dios y que me dé un grande amor que me consuma por darle gloria, que jamás piense en mí, que solo el servirle y agradarle sea todo lo que me preocupe.»
Una nueva pena tuvo el Hermano Alfonso, con la noticia de la muerte de otro de sus hermanos, el 24 de enero de 1929. Le avisa de esto al P. Félix y le da detalles de este acontecimiento. Esto empeoraba la situación económica de su familia.
Así, transcurrieron los ocho años de estancia en Roma del Hermano Alfonso, fidelísimo a su oración todos los días; consta, por su correspondencia con el P. Félix, su espíritu de sacrificio, las muchas penitencias corporales que se imponía, en favor de los numerosos estudiantes que pasaban por esa casa de Roma, preparaba, con buen arte culinario, los alimentos abundantes que adquiría en el mercado y que tenía que cargar para transportarlos hasta la casa.
Continuará…
