8 de junio de 2025

Rezar no es fácil

El Papa Francisco nos comenta que rezar no es fácil. Hay muchas dificultades que se presentan al hacer oración y que debemos conocer, identificar y superar. La oración, a menudo, convive con: 

La distracción (cfr. CIC, 2729). Al empezar a rezar, la mente da vueltas; tu corazón está ahí, la mente está ahí… a la mente le cuesta detenerse durante mucho tiempo en un solo pensamiento. En el patrimonio de nuestra fe, hay una virtud que puede ayudarnos, la vigilancia, que, en la oración, cuando caemos en la cuenta de nuestras distracciones, nos ayuda a combatirlas al ofrecer con humildad el corazón al Señor, para que lo purifique y lo vuelva a centrar en Él. 

La aridez. «El corazón está desprendido, sin gusto por los pensamientos, recuerdos y sentimientos, incluso espirituales. Es el momento en que la fe es más pura, se mantiene firme junto a Jesús, en su agonía y en el sepulcro» (n. 2731). Nos hace pensar en el Viernes Santo, por la noche, y el Sábado Santo: Jesús está muerto, estamos solos. Este pensamiento puede depender de nosotros mismos, pero también de Dios, que permite ciertas situaciones de la vida exterior o interior. Es el tiempo de la desolación. ¡No se puede rezar, no se puede sentir la consolación con el corazón gris! El corazón debe estar abierto, para que entre la luz del Señor.  

La acedia es una auténtica tentación contra la oración y contra la vida cristiana, «una forma de aspereza o de desabrimiento, debida a la pereza, al relajamiento, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón» (CIC, 2733). Es uno de los siete “pecados capitales” porque, alimentado por la presunción, puede conducir a la muerte del alma. En el crecimiento de la vida espiritual, debemos ser capaces de perseverar en tiempos difíciles y, al concluir este tiempo de desolación, en el que hemos elevado al cielo gritos mudos y muchos “¿por qué?”, Dios nos responderá… Y, ante nuestras expresiones más duras y amargas, Él las recogerá con el amor de un padre y las considerará como un acto de fe, como una oración porque, a veces, enfadarse un poco hace bien, nos hace despertar esta relación de hijo(a) a Padre, que debemos tener con Dios.  

Al finalizar, el Papa expresó que, ante todas estas dificultades, no tenemos que desanimarnos, sino seguir rezando con humildad y confianza. Debemos concentrarnos en lo que realmente importa, caminando por el camino correcto, haciendo el bien. 

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2021/documents/papa-francesco_20210519_udienza-generale.html

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