25 de julio de 2025

JUEVES SANTO

Habría que recurrir al primer día de la creación; sí, a aquel en el que Dios creador dijo: “Haya luz y hubo luz”, para poder adentrarnos un poco en todo lo que sucedió este día. ¡Qué día! Y ¡qué noche! Ha llegado la hora, se adentra Jesús en la recta final, en el porqué de su venida. Se ha encariñado de este mundo que el Padre lo hizo posible en Él, por Él y para Él. Ha llegado el momento de la entrega total, lo nunca imaginado.  

Y todo transcurre en la sencillez más absoluta, fuera de cámaras, discursos exuberantes, grandilocuentes y cargados de promesas escuchadas. Aquí no hay promesas, hay realidades, hay propuestas definitivas, inapelables, exuberantes y envueltas en ternura y cariño, entrega apasionada y disponibilidad absoluta. No es la noche de las comprensiones, ni de las lecciones aprendidas, ni mucho menos de destinos fatales; la noche de una nueva creación.  

Es la noche de la intimidad y el servicio, de la humildad y la entrega, de la presencia nueva y definitiva que atravesará las paredes de la casa y llegará a los linderos del universo: Eucaristía, el servicio de la caridad o la caridad como servicio y el sacerdocio. 

Y recurro al primer día de la creación porque aquí se da una nueva creación. Para nosotros las palabras van a remolque de las cosas, primero son las cosas y luego las decimos. Yo veo un libro y digo que es un libro, al decirlo no lo creo (de crear no de creer); en Dios primero son las palabras y luego son las cosas, precisamente porque él dijo: “Haya luz” y lo que no había, porque él lo dijo, “ya hay”.  

Lo mismo sucede en este jueves santo por las palabras de Jesús: “Tomen y coman esto es mi cuerpo” y lo que no era, porque él lo dice, ya lo es y lo seguirá siendo porque también dijo: “Hagan esto siempre en memoria mía”.  Leamos bien: Jesús no sugiere, no aconseja, no opina… Simplemente manda y propone: “Tomen y coman, esto es mi Cuerpo”. ¡Qué de dificultades nos hemos puesto para cumplir y vivir estas palabras creadoras de Jesús! 

Pero hay otras: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”. 

El decir y hacer eficaz de Jesús hace que este día, Jueves Santo, sea un nuevo día de creación.  Si me permites, te comparto mi oración: 

“Señor, me siento invadido de tu presencia. Todo lo que me rodea es tu abrazo que me envuelve. Tu creación, Señor, es mi creación. Te ofrezco mi cuerpo que es tu cuerpo y mi sangre que es tu sangre para que, a fuerza de ser tuyo lo más mío, sea mío, Jesús, lo más tuyo. Todo este universo que has creado con sabiduría y amor me grita tu presencia. Todo lo que me rodea te manifiesta y te esconde. Tengo pan, vino, altar: ¡Tú, Señor! Y me paro frente al cielo estrellado para gritarle que todo es mío porque es tuyo; que esa es mi ofrenda. Todo el mundo, Señor, se pone de pie para proclamar tu alabanza y yo, Señor, me sumerjo en mi nada y pobreza, hundo mis raíces de pecador en la tierra firme de tu misericordia para que todo, absolutamente todo, te glorifique. Te ofrezco todo, Señor, yo que soy nada y vacío. Te acepto todo, mi Dios, porque soy nada y vacío. Te amo”. 

Deja un comentario