por La exhortación apostólica “ALEGRAOS Y REGOCIJAOS” (Gaudete et exsultate), del Papa Francisco, nos recuerda que todos los católicos estamos llamados a la santidad. Nos explica que podemos aspirar a la santidad, hoy día, y que no necesitamos ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas para alcanzarlo.
Es necesario vivir nuestro cristianismo ahí, donde la Providencia Divina nos ha llamado a desempeñarnos cotidianamente. Cada uno de nosotros podemos sacar lo mejor de nosotros mismos, en nuestra propia vocación, desde una relación personal con Nuestro Señor.
Las bienaventuranzas son nuestra guía a la santidad (Mt 5, 1-12); el Papa Francisco dice que la santidad no es algo del pasado, sino que es una realidad que, hoy, en este siglo XXI, es posible, y nos da algunas pautas muy sencillas:
*Paciencia y mansedumbre.
*Alegría y sentido del humor.
*Audacia, fervor y oración constante.
*Evitar la maledicencia, difamar, calumniar y la violencia.
*Recordar que el demonio es real y que nos envenena con la tristeza, el odio, la envidia y los vicios, destruyendo nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades.
Con la santidad, está en juego el verdadero para qué de nuestra propia existencia. Es en la experiencia personal de Jesucristo, en ese trato diario de amistad, donde podemos encontrar las fuerzas y el sentido de la vida cristiana. Acudamos, a Jesús Eucaristía, a preguntarle: ¿y Tú, Jesús, por dónde quieres que camine?
Comparto el PDF completo del documento del Papa Francisco:
