por La vida corre tan rápidamente que, de pronto, abrimos los ojos y podemos ver que tenemos, a nuestro lado, unos pequeñines llamados hijos y nos preguntamos, ¿en qué momento pasó todo este tiempo?
Y, así, se nos va la vida. Muchas veces, sin disfrutarla y, ahora, con niños a nuestro cargo. Es en este momento, cuando nos percatamos que se nos va más rápido y, en ocasiones, ni podemos divertimos en el proceso, aprendemos del cómo ser padres, del cómo estimular a nuestros hijos para que crezcan con más fortalezas, del cómo trabajar más para sacarlos adelante, pero nos olvidamos de volver a ser niños otra vez.
Algo que no tenemos que aprender, sino recordar, y pensarán ¿cómo volver a ser niño, si ya soy un adulto y debo dar el mejor ejemplo? Y, precisamente por eso, debemos de dar el mejor ejemplo a nuestros hijos y permitirles ver que papá y mamá también pueden ser niños y divertirse, no solo estar detrás de una computadora o celular. Así, ellos sabrán disfrutar de su infancia sin querer correr a ser grandes como nosotros.
¿Por qué nos cuesta tanto volver a jugar como niños? Pues, muchas veces, por temor a ser juzgados o a recordar momentos hermosos que no volverán; pero esos recuerdos son los que nos deben de motivar para ser mejores padres y volver a disfrutar la vida, haciendo así un juego a cada acción que hagamos.
No todo debe ser serio y aburrido, si conectamos con nuestro niño interior, en todo lo que hagamos, seguramente, hasta mejores ideas desarrollaremos en el trabajo y, por supuesto, seremos mejores ejemplos para nuestra familia, pues hasta Jesús bailaba y se divertía, mientras nos dejaba su mejor enseñanza, sonreírle a la vida pese a cualquier adversidad y, en realidad, quienes le sonríen a la vida de esta forma siempre son los niños, así que, seamos niños una vez más, dejando una hermosa huella en los demás.
