3 de julio de 2024

“Cadena de amor”

Una inmensa “cadena de amor” se está logrando, entre nosotros, que nos asomamos a estos espacios Evangélicos. No nos conocemos por nuestro nombre, no hemos visto nuestro rostro, pero coincidimos, como discípulos de Jesús, en el amor al Evangelio, en el anhelo de encontrarnos con la persona misma de Jesús en la oración.

El Evangelio nos muestra otra “cadena de amor”, con signos sensibles que le da más belleza: 

“Jesús dijo, a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece, también, a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas y, al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. El Reino de los Cielos se parece, también, a una red, que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente.” (Mt 13, 44-52). Eso lo vivió y enseñó Jesús.

En su experiencia de Dios, Jesús le pide, a la Beata Concepción Cabrera, Conchita, “que cada hora de tu día sea como un eslabón de una ‘Cadena de amor’, cada hora de tu día me pertenece, cada día de tu vida me pertenece también”. 

Esto, para nosotros, enseñados por el P. Félix Rougier “Atención amorosa a Dios”. Él, habla en términos como “apasionados, entusiastas, generosos…” que solo es posible para los enamorados, los de las locuras santas del amor.

Sí, formamos una inmensa “cadena de amor”, amando cada momento, en todo y para todo. “En Él, vivimos, nos movemos y somos” (Hech 17, 29). Es así como todo favorece para los que aman a Dios. Bien que lo experimentó y vivió, la Virgen María, a quien le consagramos esta “cadena de amor”. 

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