por La Resurrección de Jesús, es el acontecimiento más grande y glorioso en el que se basa nuestra fe.
Dios mismo, en su infinito amor, resucitó a su Hijo al tercer día, como Jesús lo había dicho: “Destruyan este templo y yo lo levantaré en tres días”. ( Jn 2,19 )
Desde este momento, la gracia y salvación de Dios ha cubierto a toda la humanidad, ¡nos ha salvado! ¡Gracias a Cristo nuestros pecados han sido redimidos!
Ha resucitado como lo prometió, y se ha quedado para todos y cada uno de nosotros en el pan y en el vino.
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad. Por esto, Señor mío y Dios mío te alabamos, te bendecimos y te adoramos, porque solo tu podías hacer algo así, dar tu vida sin condición alguna para toda la humanidad.
Ahora, nos toca a nosotros llevar la buena nueva, contagiando a la humanidad entera de tu infinita bondad, en nuestras obras de amor y servicio, hacia todos nuestros hermanos, sin importar raza, color, ni condición alguna, porque Tú nos amas tal y como somos, y nos has otorgado, sin merecerlo, la vida eterna.
¡JESÚS HA RESUCITADO!
