3 de julio de 2024

“Una Conversión A Jesús”

Y después de sepultar la cruz bajo una sábana, se cerraron las puertas de la iglesia…subimos a la guagüita y no podía quitarme la imagen tan dolorosa de haberlo perdido. Me sentía nuevamente abandonada, el caminar hacía que esa puerta se hiciera cada vez más chiquita y, a lo lejos, mis lagrimas no cesaban, mis ojos hundidos y mi corazón acogido sufría fuertemente. De pronto, sentí una mano en mi hombro, un calor en mi corazón se encendió y supe que era Él y, al oído, me dijo “Yo no soy quien se va”, mi berreo aumentó de felicidad pues me di cuenta que Él siempre vive en mí y que quien se aleja de su vida soy yo y, así, mi conversión retomo su camino para nunca más abandonarlo-. 

¿Cuántas veces caminamos pensando que estamos solos? Y empezamos a actuar de formas incomprensibles y guiadas por la razón, la corriente de la vida te va jalando en su día a día, el trabajo, los pendientes, las preocupaciones, enfermedades y, poco a poco, volvemos a la rutina diaria alejándonos más y más y dejando nuestro interior en abandono, sin recordar que Dios esta a cada paso que damos, hasta que llega un momento en que tantas nubes te impiden ver el sol y solo son las telarañas mentales que oscurecen tu corazón y, entonces, encontramos un falso sufrimiento por una mentira que solitos vamos creando.   

Recordemos que Jesús siempre está con nosotros, Él murió por ti y por mí, pero nunca se fue, pues Él vive en nuestro corazón y en cada detalle de la vida, atrévete a reconocer esa sabana en tu vida, acógela y hazla tuya para que, cada paso que des, sea siempre en amor y convicción de que Jesús está aquí junto a ti. 

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