23 de julio de 2025

La gracia de dar vida

Llegamos al quinto mes del año, al mes del asombro y alegría de la maternidad, que manifiesta la singularidad de la mujer y le da razón a ser protegida y atendida con generosidad por la sociedad.

La maternidad es una situación que llega por la generosidad y el amor de la mujer de traer una vida al mundo y la sostiene desde el mismo momento em que se entera que existe y, con valentía, comparte su vida con la vida que está gestando.

El amor y la ilusión le dan fuerza y razón para poner en tensión su vida, por tomar la decisión de ser quien da la vida a otro ser humano, al que se unirá por el resto de su vida; porque sabe que, a partir de ese momento, será parte de su vida.

Es el sí valiente y responsable, en la mayoría de las veces, de que alguien dé continuidad a su propia existencia, colaborando con Dios en la generación de la vida de otros seres humanos, manifestando la presencia de Dios por su habilidad e inteligencia, pero también por la originalidad de cada uno, pues, aún teniendo parecido con sus propios padres, tiene su propia individualidad que Dios le provee.

Ser madre no solo es el gestar y parir la vida de un nuevo ser humano, sino acompañarla en su desarrollo, animarlo a descubrirse y consolarlo al encontrar sus limitaciones, brindándole su propia experiencia, haciéndolo consciente de su individualidad y originalidad, en un mundo sin forma ni voluntad. 

La valentía de las madres es ser quienes forjen la nueva vida, que Dios les pone en sus manos, atendiendo sus debilidades y haciendo valiosas sus fortalezas y singularidades que tiene para que, llevándolas a la plenitud, pueda encontrar el camino de la felicidad.

Ser madre es dar vida al proyecto de Dios que gesta y ama, en todo el trascurso de nuestra existencia, viendo, en la virgen María, ese modelo de asombro, descubrimiento, protección y compañía que tubo con Jesús desde la Anunciación hasta la Ascensión.

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