En Veracruz, de donde yo vengo, hay una tradición muy linda para esta época navideña, llamada “La Rama”. Esta tradición consiste en que un grupo de gente va por las calles, tocando casa por casa, pidiendo su “aguinaldo”, que, generalmente, consiste en dulces o frutas, mientras canta una canción cuyo coro dice “naranjas y limas, limas y limones, más linda es la Virgen que todas las flores”.
Así, a lo largo del país y alrededor del mundo, hay varias tradiciones que muestran la alegría de la época, nos invitan a adentrarnos en estas fiestas decembrinas y a contemplar su verdadero significado, que les da sentido: el nacimiento del Hijo de Dios en medio de nosotros.
Si bien, en Ciudad de México, pareciera que la pluralidad de origen de las personas que aquí habitamos hace que no tengamos tradiciones claras, también podemos rastrear algunas, como las posadas, que, desafortunadamente, cada vez más van perdiendo su significado.
Pero estas fiestas también traen recuerdos de tradiciones familiares, como el adorno de las casas con las luces, el árbol, las escarchas y las esferas, poner el nacimiento, en medio de todos estos adornos, o arrullar al Niño Jesús a la medianoche del 25 de diciembre.
Con todo esto, quiero reflexionar sobre dos cosas. La primera es la importancia de seguir manteniendo vivas las tradiciones, pero, más que nada, adentrarnos en su razón de ser, evitando que estas se vuelvan meros cascarones vacíos, sino que veamos su propósito, como lo puede ser el unir a la familia, pasar tiempo con la comunidad, o abrir el corazón al misterio de Dios en nuestras vidas.
La segunda cosa de la que quiero reflexionar es que, más allá del consumismo propio de estas fechas, volteemos a ver a nuestros más cercanos, vivamos estas fechas con la alegría de ser hermanos, todos, de un mismo Dios. Es un periodo especial en el que Dios nos regala paz y alegría, en el que la vida cotidiana pareciera suspenderse por al menos un par de días, para recordar que somos hijos muy amados y que debemos vivir las fiestas así.
Que esta Navidad no sea una fecha más del año, sino una oportunidad para amar a Dios, a nuestros hermanos y a nosotros mismos.
¡Ánimo firme! ¡Qué viva la Cruz! ¡Y feliz Navidad!