Día del músico
Gabriela Marcial Santos
Un coro en la iglesia lo forma un grupo de personas, que pueden ser adultos, jóvenes o niños, que se unen a cantar en las celebraciones eucarísticas, cada uno con su estilo, pero acompañan a elevar la oración a través del canto.
El canto y la música no son solo un adorno, para que la celebración salga bonita, sino es una oración, hecha música y canto. “Cantar es orar dos veces”, dice con sabiduría una conocida frase de la iglesia. Pero no cualquier música o canto son adecuados para las celebraciones. Si lo que se celebra es la fe, la música llevará una letra con contenido dirigido a Jesús, a María; es decir, un texto que conecte la vida con el ser cristiano de la asamblea litúrgica. Es lo que se quiere expresar, cuando se dice que es oración hecha canto.
Hay cantos que, con solo escucharlos, te conectan con el momento que puedas estar pasando; otros, te animan y te llenan de confianza, el servicio del coro es importante en cada liturgia, no es el centro, no es el protagonista, pero las voces de ese pequeño coro nos deben también llevar a esa comunión con la que estamos viviendo en la liturgia. El musico se vuelve un evangelizador, a través de su música.
Marco López, uno de los músicos católicos más conocidos, mencionaba una vez que “no hay privilegio mayor, ni honor más grande, para un musico católico, que cantar la Santa Eucaristía”.
En eso radica la importancia del coro de prepararse para cada misa, de preparar el canto adecuado, según el día y el momento. El coro tiene la responsabilidad, no solo de cantar adecuadamente, sino de transmitir toda la belleza de su canto a los presentes, para que se unan al coro, cantando y orando a Dios, en ese gran instrumento de unión.
En este día del músico, 22 de noviembre, agradezcamos a los coros que tenemos en nuestra parroquia, aquellos que se van superando en cada misa, los que contagian con su entusiasmo, los que están iniciando en este noble servicio, oremos por ellos, para que sigan creciendo en la fe y amor, a través de las letras que entonan, que nos sigan llevando a Dios a través de ellas.