19 de abril de 2025

Por los caminos del Evangelio

Cuando uno ama de verdad…

Cuando uno ama a alguien de verdad, mi Jesús siente un gran dolor, cuando le hacen algo o hablan mal de él. Eso sentí cuando, leyendo el Evangelio, encontré estas palabras: “los fariseos, amantes del dinero, se burlaban de Jesús”.

Me dolió, cuando lo leí, me duele más, cuando lo escribo para compartir a mis hermanos y para hacer una cadena de amor para consolar tu corazón, verdadero corazón de Dios – Hombre y consolarte.

Y no solo por lo que te hacen los demás, sino, sobre todo, por lo que yo te hago o dejo de hacer y vivir de acuerdo con tu voluntad. En este espacio de oración, tengo la seguridad de estar acompañado de tu santa Madre, “consoladora de los afligidos”, “auxilio de los cristianos” y, así, gozamos el Santo Rosario, el camino con ella para llegar a ti, mi Señor.

Jesús, nos pides ser fieles en las cosas pequeñas, para poder ser fieles en las grandes. Tu Santo Espíritu nos iluminará para discernir y nos dará fuerza para cumplir.

Es claro, mi querido Señor Jesús, que no puedo ponerme al servicio de dos señores. En tu servicio, no cabe el servicio al dinero ¡se apodera tan fácil de todo el corazón que te hace a un lado! Recuerdo que, en un tiempo de mi ministerio pastoral, vivía en una zona muy pobre de la ciudad y me decía, “aquí, no hay pobres, aquí, hay ricos sin dinero”. No hablan de otra cosa, del dinero, o porque lo tenían, o no lo tenían. Te apartaron de sus vidas.

¿Un modelo, un ejemplo? Tu apóstol san Pablo que afirma, “sé lo que es vivir en pobreza y, también, lo que es tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo, lo mismo a comer que a pasar hambre, lo mismo a la abundancia que a la escasez. Todo lo puedo, unido a Aquel que me da fuerza” (Flp 4, 10-19).

Bien dijiste: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mt 12, 34). Por eso, hace bien este momento de oración, porque se va adueñando del corazón, va armonizando nuestras tendencias y te deja en el centro de nuestra historia y de nuestra vida.

Vuelvo a decir, Jesús en todo, en todos, con todo, con todos, que haga míos tus anhelos redentores, que te tenga en el centro de mi vida. Oremos para que siempre caminemos bajo su mirada paterna.

María, dulce Madre, cuánto sufrirías también con tu Jesús; mira a tu Jesús en nosotros, siempre y en todo lugar. Amén.  

Deja un comentario