Lo nuevo abre ante nosotros posibilidades de realizar deseos o anhelos no alcanzados o frustrados. Es la materia plástica que recupera el propósito de materializar los sueños. Es Don de Dios pues sólo es posible en Él y por Él que lo gastado pase y se reconozca como viejo, ante el umbral deslumbrante de transformaciones clamando por concretarse.
El hombre viejo debiera dar paso al hombre nuevo (cfr. Ef 4,22; Col 3,9); así consumó el Padre en Cristo la humanidad nueva (cfr. Ef 2,15. 24) y nos dio a luz en María la nueva madre, pura y sin mancha. (Misal Romano, prefacio IV Adviento).
“¡Feliz Año Nuevo!” nos deseamos reiteradamente…sí, en verdad es feliz todo regalo de Dios y trae bendición consigo. Tiempo amorosamente confiado a todos y a cada uno para ser santos.
Encontramos en este ejemplar de Año Nuevo la constatación del camino que se abre por delante hacia la santidad. El D.P. José Ignacio Abarca nos propone meditar sobre la familia como ámbito donde se construye la santidad…espacio dotado de tiempo.
Ocasión para recuperar desde el umbral del 2024 el Adviento y “sopesar dónde estamos parados y el rumbo hacia dónde queremos ir, en este año. Hagámonos estas preguntas ¿Qué espero de este año que comienza? ¿Qué tengo que cambiar y corregir?”, nos sugiere Georgina Arámburu.
Dios desea que nos convirtamos… el primer anuncio de Jesús en el evangelio de Marcos pide el cambio como respuesta a la llegada del Reino de Dios (cfr. Mc 1,15). Eugenio Valle nos recuerda que “como cristianos, debemos también aprender el valor que implica tomar una decisión de empezar de nuevo, desde cero, un nuevo proyecto, una relación, una amistad o, incluso, un aspecto de la vida espiritual.”. No es fácil en verdad encarar la conversión… pero es Dios el primero en darnos el tiempo, la fuerza y la oportunidad.
La conversión es Gracia de Dios. Lo constatamos en carne propia pero también en casos maravillosos y sorprendentes. Tuvimos la bendición de contar con el testimonio de viva voz de un musulmán converso al catolicismo. Joseph Fadelle ha tomado como tarea contar cómo Jesús le llamó a la conversión. Cristina Vallejo nos ofrece una breve pero rica reseña de su testimonio.
Contamos además con la intercesión de aquella a quien quiso el Redentor confiar nuestro camino, María (cfr. Jn 19,26). La Iglesia siempre confía el Año Nuevo a la dulce y providente intercesión de nuestra Santísima Madre celestial. “Todos los católicos podemos empezar el año pidiendo la intercesión de Santa María, madre nuestra. Pidámosle el don de guardar y meditar las cosas de Dios”, reflexiona Gaby Santos en su artículo dedicado a María.
Pidamos Su ayuda. Tere Rojas nos recuerda la exhortación que la Beata Concepción Cabrera recibiera de Jesús “Ofréceme y ofrécete”.
Les deseamos un Año Nuevo, pero sobre todo una Vida Nueva en Cristo. ¡Felicidades, hermanos