Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones
El Papa Francisco nos habla sobre santa Teresa del Niño Jesús, monja Carmelita, patrona de las misiones, aunque nunca estuvo en misión, tenía una gran pasión por la Evangelización. Su corazón era vibrante, era misionero. Murió a los 24 años.
En su “diario”, cuenta que su deseo era ser misionera para toda la vida. Teresa fue “hermana espiritual” de varios misioneros, intercedía por ellos desde el monasterio, los acompañaba con sus cartas, con la oración y ofreciendo por ellos sacrificios, les daba fuerza para seguir adelante.
Sus hermanas monjas no la entendían, pero aceptó todo con amor, con paciencia, ofreciendo, junto a la enfermedad, las críticas y las incomprensiones, con alegría por las necesidades de la Iglesia, para que llegara hasta los más alejados. ¿De dónde llegaba toda esta fuerza?
La Navidad de 1886, Dios obró un milagro en su corazón, que le cambió la vida. Teresa era la hija más pequeña, tenía 14 años. Al volver de misa de medianoche, su padre no tenía ganas de acompañarla a abrir los regalos, por lo que se sintió mal, subió a su habitación y lloró. De repente, bajó llena de alegría. En esa noche, en la que Jesús se había hecho débil por amor, ella se volvió fuerte de ánimo, había salido de la prisión de su egoísmo y empezó a sentir que “la caridad le entraba en su corazón, olvidándose de sí misma” (cfr. Manuscrito A, 133-134). Desde entonces, dirigió todo su entusiasmo para que otros encontraran a Dios.
En otra ocasión, Teresa supo de un criminal condenado a muerte por crímenes horribles. Estaba destinado a morir en la guillotina, pero no quiso recibir el consuelo de la fe. Teresa rezaba por su conversión. Al día siguiente, Teresa leyó en el periódico que, poco antes de la ejecución, se había arrepentido.
Francisco nos dice que esta es la fuerza de la intercesión movida por la caridad, es el motor de la misión. los misioneros no son solo los que abren caminos, aprenden nuevas lenguas, hacen obras de bien y son buenos predicadores; el misionero es el que vive siendo testigo e instrumento del amor de Dios. Cada uno de nosotros está llamado a ser uno de ellos.
El Papa comentó que la fe nace por atracción, uno se vuelve cristiano, porque es tocado por el amor y nos invita a pedirle a esta santa la gracia de superar nuestro egoísmo y la pasión de interceder, para que Jesús sea conocido y amado por muchos más.