8 de febrero de 2025

El Credo

Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo 

En el número anterior, reflexionamos sobre algunos aspectos de la Encarnación. Dios Hijo no fue creado en el momento de la Encarnación, sino que existe desde la eternidad. Por nosotros y por nuestra salvación, asumió la naturaleza humana y la redimió. Al encarnarse, Jesucristo nos ha mostrado al Padre y nos hace dignos de llamarnos hijos suyos. Ahora bien, en los dos credos, que profesamos frecuentemente, mencionamos la acción del Espíritu Santo, en el momento de la concepción de Jesús. Profundicemos en este misterio.  

Como hemos dicho, al haberse encarnado, Jesús es verdadero hombre: no apareció en la Tierra como un adulto o un niño, ni tampoco como un espíritu o un ángel. Su vida humana (como la de todos los seres humanos) comenzó en la concepción, en el vientre de su madre. Esto ocurrió en el momento de la Anunciación, que la Iglesia celebra el 25 de marzo (nueve meses antes de celebrar su nacimiento, en diciembre). El ángel Gabriel anunció a María que concebiría al Hijo de Dios. Al preguntar María cómo sería posible, el ángel respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc. 1:35). 

Por eso, decimos que Jesucristo fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Él es hijo verdadero de María e hijo verdadero de Dios. Aquí es importante no confundirnos: Jesús no es hijo del Espíritu Santo. Las tres personas de la Trinidad siempre actúan en conjunto. Esto quiere decir que, al momento de la concepción de Jesús, no fue solo el Espíritu Santo sino toda la Trinidad quien actuó en María. Entonces, Dios Hijo, quien existe desde la eternidad, por obra del Espíritu Santo, se encarnó en María, por voluntad y para gloria de Dios Padre. 

Reflexionemos sobre este misterio, mientras nos preparamos para celebrar la Navidad. 

Deja un comentario