19 de abril de 2025
joven mujer contenta, satisfecha

¿Cómo abandonarme a ti Señor…?

¡Qué pregunta! Sé que, al lograrlo, todo se dará de manera espontánea y natural; sin embargo, también me queda claro lo difícil que resulta llevarlo a la práctica. Lograr ese justo medio, identificando qué es lo que debo hacer y hasta dónde deben mis acciones conducirme; hasta qué punto debo soltar y en qué momento debo dejar todo en Tus manos…

¿Cómo lograr esa sabiduría? Es complejo, cada decisión, cada vuelta en el camino, nos lleva a optar por elegir qué rumbo seguir, la vida está llena de senderos y bifurcaciones.

Por supuesto que la experiencia y madurez ayudan, marcan una pauta y nos sirven para tomar mejores decisiones, para lograr que nuestras acciones se encaminen en nuestro bien y en el de nuestros seres amados.

Debo trabajar día a día para lograr, primero, el conocerte, que me llevará a sentirme confiada y tranquila. También, sé que debo poner mi vida en tus manos, pero sin dejar de trabajar en mí, logrando esa confianza plena en Ti, como dice un dicho: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Muchas veces, me pregunto con qué fuerza debe ese mazo golpear o de qué material debe estar hecho para no equivocarme, para optar por el amor y la verdad.

Aun sabiendo la respuesta, en muchas ocasiones, me traiciono con una mala jugada, tomo caminos que, finalmente, me harán tortuoso el viaje; pero también he aprendido a no juzgarme, a simplemente abrazarme; tengo aún heridas de niñez que trabajar; estoy en el proceso de convertirme en mejor ser humano y estos errores me dejarán aprendizaje y curtirán mi piel.

He sufrido las consecuencias de mis decisiones, pero, con el tiempo, veo más allá de la desilusión del momento y me doy cuenta del para qué me sucedió lo que me sucedió; me hago responsable, vuelvo a sonreír, recupero fuerzas y, finalmente, el entendimiento ilumina mi razón, reconfortando mi alma.

Leyendo Mateo 14:22-33 y pensando en que soy como Pedro, te tengo enfrente y me da terror ahogarme, no logro abandonarme completamente a ti.

No hay receta mágica. Sé, también, que quien me lea lo ha sentido y lo ha vivido igual que yo; Tú, Señor, en tu inmensa sabiduría, me entiendes, me aceptas y me amas. Sintiendo ese amor en mi corazón, no puedo más que esbozar una sonrisa y emocionarme sintiendo como vibra Tu espíritu en mí.

Tengo aliados en este caminar; leer Tu palabra, la oración, mis ángeles en la tierra, recibirte en la comunión, ver el rostro de mis seres amados, pensar en las bendiciones que he tenido a lo largo de mi vida y, finalmente, cuando todo falla y mi desesperanza crece, la lavo con mis lágrimas, recibo el abrazo de quien tengo cerca, escucho una melodía que me dé paz y me reconforte, humildemente postrada, volteo mi rostro hacia Ti, Señor.

Comparto frases de una canción que, justo, trae a mi mente esta necesidad de abandonarme a Ti, mi Dios: “Tu voz me llama a las aguas, donde mis pies pueden fallar”.

“… te encuentro en lo incierto, caminaré sobre el mar…”

“En tempestad, descansaré… Pues tuyo soy hasta el final…”

“Tu mano, Dios, me guiará…”

“Que Tu espíritu me guíe sin fronteras….

Se me eriza la piel y te siento cercano, Señor; sé que voy a estar bien.

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