14 de agosto de 2025

Orar, orar, orar

Orar, en tiempo de persecución, en circunstancias al límite, es llevar al extremo la riqueza de la oración, como lo hiciste Tú, mi Jesús, en situación extrema, desde la cruz: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen; Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado? Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu; Padre, todo está cumplido.

Tu oración, mi Jesús, desde lo alto de la cruz, hizo crecer tu confianza y tu fortaleza, tu paz interior y tu armonía total, tu abandono en las manos de tu Padre del cielo y la fortaleza en tu misión. Oración de intercesión, reclamo, confianza total…

Nuestro mundo, tu mundo, Jesús, vive situaciones al límite, está tocando fondo la identidad de cada persona, el contexto familiar, las instituciones religiosas y civiles, persecuciones, etc. y solo la oración puede poner todo en su lugar. 

Somos lo que oramos, mientras más avanzo por la vida, más breve es mi oración: “Jesús, te amo; Jesús, me amas”. Las fuerzas no me dan para más, tu Espíritu me lleva a la sencilla repetición de tu nombre y de nuestro amor. No sé cómo he llegado hasta este momento de mi vida, no estoy seguro de haber realizado siempre tu querer, si, por el contrario, me he dejado llevar por la rutina y la costumbre… 

Te confieso, mi Jesús, que no me preocupa mucho: me invitaste un día a caminar contigo, experimenté tu brazo y tu abrazo en mis hombros y no me has soltado, aunque no siempre he seguido tus caminos.

He buscado, en mis momentos de oración, una explicación que valga en este tiempo de persecución. Tú callas, yo me adentro en tu silencio y, así, sigo orando, sabiendo que todo entra en tu proyecto de vida, que nada se pierde, que vuelves a incendiar mi corazón en la hoguera de tu amor. Miles de preguntas quedarán sin respuesta, pero, eso sí, con una paz que sólo puede venir de tu Espíritu y de la seguridad de vivir bajo la mirada amorosa del Padre.

Muchos hermanos nuestros sufren persecución, por confesar que son discípulos tuyos, cárcel, muerte les espera; destrucción de tus sagradas imágenes, pero, sobre todo, quienes son perseguidos son aquellos que llamaste al ministerio sacerdotal.

Nuestra oración, ahora, es de intercesión por todos esos hermanos perseguidos por ser discípulos tuyos y estás fecundando la tierra con fortaleza de fidelidad y santidad. Jesús, escucha nuestra súplica por todos ellos.

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