El Papa León XIV nos comparte que el tema de la Jornada Mundial de Oración es “Semillas de paz y esperanza” y se llevará a cabo, del 1 de septiembre al 4 de abril. Este año, es el décimo aniversario de su institución y de la publicación de la encíclica Laudato si’, y que coincide en pleno con el Jubileo de “peregrinos de esperanza”, adquiriendo un significado especial.
Jesús utilizó la imagen de la semilla, para hablarnos del Reino de Dios y, en la víspera de la Pasión, se comparó con el grano de trigo, que debe morir para dar fruto (cf. Jn 12,24). La semilla se entrega a la tierra y, allí, con la fuerza impetuosa de su don, brota la vida, incluso en los lugares más insospechados, generando frutos.
León XIV expresa que, en Cristo, somos “semillas de paz y esperanza”. El Espíritu de Dios es capaz de transformar el desierto, árido y reseco, en un jardín de descanso y serenidad; y el vergel parecerá un bosque. En el desierto, habitará el derecho, en el vergel la justicia.
En diversas partes del mundo, la tierra se está deteriorando; la injusticia, la violación del derecho internacional y de los pueblos, las desigualdades y la codicia, producen deforestación, contaminación y pérdida de biodiversidad, aumentando la intensidad y la frecuencia los fenómenos naturales, causados por el cambio climático; y los efectos, a mediano y largo plazo, de la devastación humana y ecológica provocada por los conflictos armados, será terrible.
Destruir la naturaleza, pisotear la justicia y la paz, afecta, sobre todo, a los más pobres, marginados y excluidos. La naturaleza se convierte en un instrumento de intercambio, para obtener ventajas económicas o políticas. La creación se transforma en un campo de batalla, por el control de los recursos vitales.
Esto no es lo que Dios tenía en mente, cuando confió la Tierra al hombre. Los textos bíblicos nos invitan a “labrar y cuidar” el jardín del mundo (cf. Gn 2,15), protegerlo, custodiarlo, preservarlo, una relación de reciprocidad responsable, entre el ser humano y la naturaleza» (ibíd., 67). A veces, se necesitan años para que el árbol dé sus primeros frutos, involucremos al ecosistema en la continuidad, la fidelidad, la colaboración y el amor.
Que la encíclica Laudato si’ siga inspirándonos y que la ecología sea elegida y compartida como camino a seguir. Así, se multiplicarán las semillas de esperanza, que debemos “cuidar y cultivar”, finalizó el Papa.