La reflexión que comparto ha estado rondando mi cabeza en los últimos días y es un fundamento que considero importante en mi vida. Creo que, en los momentos desafiantes que estamos viviendo, es necesario recordar y considerar los valores que nos guían y nos ayudan a construir relaciones con respeto y empatía.
Se trata de la dignidad humana. En un mundo donde la complejidad y la incertidumbre pueden ser abrumadoras, es esencial volver a los principios éticos y meditar acerca de lo que nos hace humanos.
¿Cuáles son los cimientos sobre los que está construida tu vida? ¿Cómo puedes aplicarlos, en tu día a día, para hacer una diferencia positiva en el mundo que te rodea?»
La dignidad es un valor que todos los seres humanos merecen y que se basa en la consideración y la estima hacia uno mismo y hacia los demás. Es un concepto que ha evolucionado, a lo largo de la historia, y que se ha comprendido de diferentes maneras. Tiene sus raíces en el pensamiento clásico y se desarrolló en la filosofía griega y romana. Sin embargo, fue con el cristianismo que se consideró que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, lo que le otorgó una dignidad inherente.
Empezar por uno mismo es un paso fundamental para construir relaciones saludables.
A continuación, comparto el texto que escribí para mí y que me recuerda la importancia de aplicar este principio en mi vida diaria. Reflexiona sobre la necesidad de tratarnos con tacto y cortesía, para poder extender ese mismo trato a los demás.
Dignidad:
Hoy, te doy la bienvenida a mi vida. Eres el reconocimiento que me debo a mí mismo y a los demás. Representas esa fuerza que me impulsa a defender mi integridad y que me enseña a vivir con congruencia.
Hoy, me recuerdas la importancia de tratarme con delicadeza.
Hoy, estás aquí y te honro como el pilar que me da la fuerza para luchar y recuperar la confianza.
Hoy, me enseñas que tú te mantienes intacta; que no te compras, que no te impones, que ¡te respetas!
Hoy y siempre, ¡Bienvenida dignidad!