El Papa Francisco nos invita a “Volver al corazón”; es decir, hace hincapié en la necesidad de retornar a nuestra esencia interior como cristianos y contemplar nuestro corazón como el lugar de integridad y sinceridad, que une, tanto nuestra inteligencia, como nuestras emociones. Así, el corazón tiene un significado muy profundo, representa la unidad del ser humano en sus decisiones y motivaciones.
Para regresar a este corazón auténtico, como de niño, se requiere un compromiso, como fuerzas de cambio en cada uno de nosotros; porque el fuego del amor comienza desde nuestros corazones.
Nuestro corazón se refleja en las miradas y las palabras, porque es expresión auténtica de la interioridad, es reflejo de las intenciones y los valores más profundos que habitan en nuestro ser.
Nuestro Señor Jesucristo es el corazón que tanto amó al mundo. Por ello, el corazón de Jesucristo es un centro de devoción: “Señor, en Ti confío”. A la espiritualidad cristiana contemporánea le hace falta regresar a esta devoción. Ese corazón, que tanto ama, está presente en la Iglesia, Cuerpo suyo, esperando saciar la sed de amor de Dios que existe hoy día, ese consuelo y compasión, que nos hacen tanta falta para mirar al prójimo con misericordia, como expresión auténtica de nuestra fe.
Para ello, es necesario tener un corazón auténtico, genuino, evitando las apariencias. El amor de Cristo repara nuestros corazones heridos y es un ejemplo de cómo la compasión y la caridad son los pilares para la vida del cristiano, que, dando de sí mismo de manera sincera, viene a representar una extensión del amor de Cristo Jesús.
Por ello, los cristianos estamos llamados a vivir desde el corazón, de manera comprometida desde el amor. Este es un compromiso con los demás y con Dios mismo, porque “amor, con amor se paga”. La devoción al Corazón de Cristo nos impulsa a ser instrumentos de consuelo y reparación en el mundo, a construir un proyecto de vida, donde el amor y la autenticidad se extiendan hacia los demás en comunidad.
Vivir el “amor, por amor” es la misión de la reparación: construir, sanar y llenar de vida a nuestro alrededor nos ayuda a llevar una vida llena de sentido. El proyecto cristiano de vida nace de este deseo de prolongar el amor de Cristo, de ser fuente de paz, perdón y autenticidad en nuestra comunidad y en el mundo.