En la celebración eucarística, con motivo del inicio de su Pontificado, León XIV expresó como la muerte del Papa Francisco llenó de tristeza nuestros corazones sintiéndonos «como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9,36). El día de Pascua recibimos su última bendición y, a la luz de la resurrección, afrontamos ese momento con la certeza de que el Señor nunca abandona a su pueblo, lo reúne cuando está disperso.
Compartió que, durante el Cónclave, los cardenales ahí reunidos experimentaron la obra vibrante del Espíritu Santo. Así fui elegido, sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación caminaré con ustedes por la senda del amor de Dios, que nos quiere unidos en una única familia.
El Papa expresó que amor y unidad son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro. Así lo narra el Evangelio cuando lo llamó junto a los primeros discípulos a ser como Él “pescadores de hombres”, a no dejar de lanzar la red para sumergir la esperanza en las aguas del mundo; Pedro experimentó Su amor infinito e incondicional, incluso en la hora del fracaso y la negación.
En nuestro tiempo, vemos discordia y heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, al paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Nosotros queremos ser, dentro de esta masa, levadura de unidad, comunión y fraternidad. Digámosle al mundo: ¡miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela!
Esta es la vía que hemos de recorrer, con las Iglesias cristianas hermanas, con quienes transitan otros caminos religiosos, con aquellos que cultivan la inquietud de la búsqueda de Dios, con todas las mujeres y los hombres de buena voluntad, para construir un mundo nuevo donde reine la paz.
León XIV nos animó a que, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad. Juntos, como un solo pueblo, todos como hermanos, caminemos hacia Dios y amémonos los unos a los otros, expresó.