Recuerdo que, hace tiempo, en una sesión grupal, un terapeuta se dirigió a mí y me preguntó:
— ¿Sabes que importas?
— ¿Perdón? le respondí sin tener clara la pregunta.
— ¿Que si sabes que tú también importas?, insistió.
— Sí claro, bueno, no; bueno, depende; por ejemplo, con relación a los hijos o ¿en general?, titubeé al no tener la respuesta en ese momento.
Todos sabemos que el 10 de mayo es la fecha comercial, que se encarga de recordarnos que madre solo hay una… A ti, que me diste tu vida, tu amor y tu espacio…
Pero solo nosotras sabemos que no existe un manual, que se aprende sobre la marcha, que hacemos lo mejor que podemos y que, afortunadamente, hoy en día, contamos con más herramientas y apoyos para recorrer el camino.
Por otro lado, no estoy segura si tenemos claro que, consciente o inconscientemente, nos colocamos siempre “al final de la fila”. Desarrollamos una cantidad de habilidades, que nos llevan a ser todo: financieras, doctoras, psicólogas, maestras, entre muchas otras profesiones. Es una realidad que, al tratarse de los hijos, desarrollamos una capacidad de resistencia, tolerancia y paciencia, con un toque de locura, porque ahí estamos.
Trabajamos en nosotras mismas e intentamos ser nuestra mejor versión, para seguir siendo pilares y líderes, pero con mayor energía y, por supuesto, disfrutando también de merecidas recompensas.
Observo a mi alrededor y caigo en cuenta que la fórmula ha cambiado y que no solamente aplica al modelo tradicional de madre que solíamos contemplar en el pasado.
Hoy en día, ese papel lo ejercen también los padres, las abuelas, las empleadas del hogar y muchas personas que apoyan, directa o indirectamente, en la crianza de los hijos.
Este mes, concluyo aplaudiendo y felicitando a todas mis colegas, coordinadoras del
caos…
— ¿Sabes que importas?
Sí, ¡claro que importas!