Finalizamos la serie de tres reflexiones, dedicadas a la confianza en Dios, basadas en la encíclica del papa Francisco, Dilexit nos.
Frecuentemente, nos preguntamos si alguien puede vivir feliz y despreocupado, dejando sus asuntos en las manos divinas. Desde nuestra mirada, pensamos que tal vez no sabe lo que le espera. Jesús nos invita a hacernos como niños, para entrar en el Reino de los cielos (Mc. 10-15) y, en otro pasaje de los Evangelios, le dice a Nicodemo que debe nacer de nuevo (Jn 3:3). Para tener confianza en Dios, es necesario volver a la pureza infantil de corazón.
La seguridad y confianza en Dios proviene de la convicción de que Él ha hecho todo bien y puede obtener bienes de cualquier mal; Su Providencia no nos abandona, Dios es un Padre siempre presente. La creación, la redención y la obra de santificación son Su trabajo para cada uno de nosotros, a fin de que seamos felices. Fuimos creados para amar y sabernos amados; es fe y confianza en Dios, «todas las cosas cooperan para el bien de quienes aman a Dios» (Rom 8,28).
Nuestra vida es como una partida de ajedrez, no vemos la jugada maestra detrás del movimiento. Qué importante es ver que hay algo mucho más profundo detrás de lo que percibimos. Dios desea nuestra felicidad, nos invita a abrir nuestro corazón a esa confianza plena. Tengamos paciencia, no caigamos durante esos tiempos difíciles, porque Nuestro Señor está colocando piedras preciosas en nuestra alma. La confianza en Dios no se reduce a esperar un final bueno.
Repitamos con San Pablo: “No existe nada que pueda apartarnos del amor de Dios (Rom. 8, 38-39)”; ahí radica nuestra verdadera felicidad y paz: Insistamos constantemente: «Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío».
Te dejo más citas de Nuestro Señor, para reflexionar sobre este tema.
*La providencia y el cuidado del Padre que no abandona: «Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?» (Mateo 6:26)
*Fe en que Dios saca bien de todo y cuida cada detalle: «¿No se vende un par de pajarillos por una moneda? Y, sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita vuestro Padre.»(Mateo 10:29)
*La paz y alegría de confiar en el amor y la fidelidad de Dios: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré… aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.» (Mateo 11:28-29)