29 de abril de 2025

Hijos amados de Dios vs mentalidad de desempeño

Amigos lectores, quiero compartir con ustedes que este es el artículo #100, que hemos escrito el Espíritu Santo y yo, pues es Él quien me inspira lo que debo escribir. Me siento contenta, pero, sobre todo, muy agradecida con Dios, por este don tan bonito que me ha dado, para compartir mi fe y testimonios con ustedes. Realmente, me siento como una hija muy amada de Dios.  

Me gustaría que, a propósito de esto, nos hagamos la siguiente pregunta: 

¿Realmente nos sentimos como «hijos muy amados de Dios? 

¿Creemos, en lo profundo de nuestro corazón, que Dios nos ama y acompaña, aún en los momentos difíciles de nuestra vida?

Jesús, unido al Padre, vino obedientemente para hablar las Palabras de su Padre. Jesús, enraizado-penetrado-unido a su Padre, nos confiesa quién es Él. Y nos dice, en el Evangelio de San Juan, «Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida».

Con esto, Jesús nos está diciendo: Mi papá es el Rey del Universo y Yo soy su Hijo muy amado. 

Jesús vino al mundo, derramó su sangre en la cruz y nos granjeó, como herencia, el ser hijos amados del Padre.  ¿Lo crees?

Algo que nos impide creerle a Dios es la «mentalidad de desempeño», que es una forma de pensar centrada en los resultados, el rendimiento y la productividad. La mentalidad de desempeño nos puede llevar a la creencia de que el amor de Dios se gana con buenas acciones, en lugar de aceptarlo como un regalo. Es decir, en vez de vivir como un hijo amado de Dios, alguien con esta mentalidad siente que debe «hacer cosas» para merecer el amor de su Padre.

Por el contrario, la «mentalidad de identidad», se enfoca en quién eres, en lugar de lo que haces.  Dios Padre nos dice en su Palabra: «Con amor eterno te he amado, por eso, te he reservado mi favor» Jr.30,3

Declaremos la gran verdad de que somos hijos muy amados de Dios; ¡y lo somos! Él nos pensó desde la eternidad y nos creó por amor y para el amor. Tienes todo mi amor, solo espero tener una relación íntima contigo.

Pidamos, al Espíritu Santo, que ilumine nuestra fe, para que inflame nuestra creencia de identidad como hijos muy amados de Dios y que nos ayude a incrementar nuestra relación íntima con Él. Amén.

Deja un comentario