29 de abril de 2025

Amor Activo 6

Continuando nuestra reflexión, sobre la Espiritualidad de la Cruz, Conchita Cabrera nos recuerda, en «Amor Activo», la necesidad de cultivar la paciencia, virtud que solo se fortalece a través del sacrificio. Pidamos al Espíritu Santo que nos conceda esta gracia.

La paciencia ha sido abordada por muchos santos, entre ellos, la doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Ávila, quien la entendía como una virtud fundamental en el camino espiritual, ligada al amor a Dios y a la confianza en su providencia: 

Paciencia como fruto del amor: La paciencia es una manifestación del amor a Dios. Implica aceptar con serenidad las dificultades y pruebas de la vida, confiando en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros. El amor a Dios nos impulsa a soportar con alegría las contrariedades, sabiendo que son oportunidades para crecer en virtud y acercarnos a Él.

Paciencia como fortaleza ante las pruebas: La vida espiritual está llena de desafíos y obstáculos. La paciencia nos da la fortaleza para perseverar en nuestro camino, sin desanimarnos ante las dificultades. Santa Teresa nos anima a no dejarnos turbar por las circunstancias adversas, sino a mantener la paz interior y la confianza en Dios.

Paciencia como espera confiada en Dios: La paciencia implica saber esperar el tiempo de Dios, sin pretender controlar los acontecimientos. Confiar en que Dios actúa en nuestras vidas, aunque no siempre comprendamos sus designios.

«Nada te turbe, nada te espante»: Esta frase, de Santa Teresa, resume su visión de la paciencia. Nos invita a mantener la calma y la confianza en Dios, sabiendo que «todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene, nada le falta, solo Dios basta».

Conchita, al igual que Santa Teresa, vivió la paciencia como una participación activa en la obra de Cristo. Para Concha, la paciencia se manifiesta en la aceptación amorosa de los sufrimientos, uniéndolos a los de Cristo en la cruz, por la salvación de las almas. Esta paciencia crucificada se convierte en una fuente de gracia y fecundidad espiritual, transformando el dolor en amor redentor.

Así, la paciencia se eleva a su máxima expresión en la cruz, donde el amor y el sacrificio se entrelazan. Tanto Santa Teresa como Conchita nos invitan a vivir la paciencia como un camino de unión con Dios, un camino que nos lleva a amar y a servir a los demás, con un corazón paciente y compasivo.

Referencias: 

Cabrera, C. (2000). Amor Activo. Obras Completas. Tomo 1. México: Editorial La Cruz, S.A. de C.V.

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