por Llegó el viernes, y empezaste a caminar el camino del Calvario por nosotros y entre nosotros; verdaderamente entre nosotros a través de tu sacerdote, el P. Fernando Artigas, a través de nuestros hermanos ministros y de todas las personas que con tanto cariño estuvieron sirviéndonos estos días. ¡Gracias por cada uno de ellos! Sentíamos que caminábamos atrás de ti Señor, podíamos irte siguiendo desde nuestro apartado lugar porque veíamos siempre una cruz en alto que nos recordaba por qué estábamos ahí. Siempre había un hermano guiándonos hacia la cruz. Y nos concediste poderlo vivir de tal manera que nos arrancaste lágrimas Jesús, fue verdadera contemplación de nuestra situación de pecadores sin ti, pero viéndote cargar tu cruz con cada una de nuestras culpas sentíamos al mismo tiempo que hay una esperanza. Quedaba más por ver y contemplar después del Vía Crucis, y antes de salir, nos hablaste a través de tu sacerdote, el P. Fernando: “Vayan en silencio”. Y en silencio salimos Jesús, dispuestos a regresar más tarde. ¡Cómo eres grande Señor, nos fuiste dando como gota a gota la revelación de tus Misterios!; no nos saturas, sino que nos vas dando y te retiras en silencio un ratito, para crear el espacio de nuestra libertad, para que en ella podamos un día decirte CREO, y ESPERO, y TE AMO y TE DOY GRACIAS. Y esperaste y esperamos en silencio.
